Los carnavales en el Cerro de Pasco de antaño

Los carnavales en el Cerro de Pasco de antaño

Los carnavales constituyeron una fiesta que desde mediados del siglo XVIII alcanzó un auge extraordinario en nuestra ciudad minera. Los organismos que mantuvieron al tope el entusiasmo de su práctica fueron los clubes carnavalescos.

El primer Club Carnavalesco que se fundó en nuestra ciudad fue el CALIXTO, en 1880. Tras 32 años de vida, por decisión de sus socios, desapareció en 1912 cargado de éxitos rotundos. Su boato y magnificencia fue tal que en Ambo y Junín, pueblos aledaños, también surgieron conjuntos carnavalescos con el mismo nombre.

En 1905 se fundan BONIFACIO, MARISCO y MEFISTÓFELES, tres clubes de vida efímera que dejaron grandes recuerdos. En 1906 nace el Club que como ninguno representa al Cerro de Pasco: El VULCANO. Sus socios, preclaros y queridos ciudadanos, supieron mantener, generación tras generación, la más fiel tradición musical cerreña de los carnavales.

Cuando Don Calixto, había alcanzado raigambre en el pueblo minero, un grupo de distinguidos jóvenes «bien», con el fin de alternar con el pueblo decidió «sacar» una comparsa numerosa y muy bien organizada. A diferencia de los otros grupos, no utilizaría cabalgaduras para desplazarse. A la usanza de los jóvenes de las «Tunas» españolas, irían a pie. Caminarían en bullanguero grupo por las calles con sus instrumentos en ristre, portando gonfalones característicos, bordados de cintas de mil colores. No tendrían compañía femenina porque lo que perseguían era rendir pleitesía a la belleza de todas las mujeres cerreñas. Eran tremendos “Donjuanes”, galantes y mujeriegos como ellos solos. En lo único que se identificarían con los otros conjuntos, sería en la interpretación de Huaynos, Mulizas y Chimaychas, matizados con los «Bandos». Para ello tenían en sus filas a los mejores compositores y poetas del parnaso local. Como los jóvenes de todas las épocas, rebeldes e inconformes, eligieron un nombre, que por aquellos años, era “Maldito”: CAYENA. Ésta era la prisión más dantesca que en la Guayana francesa se había erigido. Allí estaban hacinados los más terribles y sanguinarios delincuentes del mundo de entonces.

En tanto estuvieron en vigencia en los carnavales, disfrutaron de resonante éxito por su «buen ver» (Todos eran buenos mozos, excelentes músicos, niños bien, de “buenas familias”, cundas y enamorados). Su juventud, entusiasmo y calidad de sus canciones, los hacían muy admirados, especialmente para el género juvenil femenino; sin embargo, el más grande problema que tuvieron que afrontar fue el de ir a pie y, por ello, tener que mojarse los pies hasta extremos increíbles; además -esto era lo más peligroso- se convertían en fácil presa de nutridos grupos de chicas que los mojaban a su regalado gusto.

La vida de los Cayena fue espectacular pero muy breve. Cuando murió un joven por una pulmonía galopante se retiraron de la competencia. Dejaron grandes recuerdos por las inacabables anécdotas que les tocó protagonizar. Cuando se subieron a sus cabalgaduras ya perdieron su atractiva particularidad. Les siguieron los grupos de BONIFACIO, MEFISTÓFELES Y MARISCO.

El entusiasmo carnavalesco jamás decayó en la ciudad minera; por el contrario, pueblos aledaños contagiados del sano y chispeante entusiasmo juvenil, fundaron sus clubes correspondientes: KAISER (Huariaca 1918), ASTOLFO ( Goyllarisquizga 1921), COW BOYS (Smelter), MARTE Y PIZARRO (Goyllarisquizga), LIRA OLLANTAY (Paucartambo), CHAPLIN (Huariaca), SAN JOSÉ (Mina Ragra), VULCANO CHICO (Carhuamayo). DON QUIJOTE (La Quinua), 1920. MOMO DE YANAHUANCA (1920), MOMO DE CHACAYÁN (1922), TRIFON (1913) en Huaraucaca, ATAHUALPA ANDINO (1926) Yanahuanca, etc, etc.

En nuestra ciudad, como es natural, siguieron fundándose clubes carnavalescos como: JUVENTUD APOLO (1922), una de las mejor organizadas que en el plano cultural sirvió de ejemplo a otras; el FILARMÓNICO ANDINO, en 1924, cuyo Presidente, don Pedro Santiváñez Castillo, trae de Lima, donde había destacado como músico mayor de nuestro Ejército, al incomparable Graciano Ricci Custodio, el más grande que ha tenido nuestra tierra, autor de numerosas mulizas y huaynos, especialmente de, EL OBRERO, huayno con letras del vate goyllarino, Maximiliano Gutiérrez.

Siguen los clubes, LIRA DEL ANDE, LIRA CERREÑA, HIJOS DEL TAHUANTINSUYO, DON NADIE, LOS DIAMANTES DE YANACANCHA, ROSARIO DE YANACANCHA, etc. etc. La principal característica del Tahuantinsuyo era que, cada año, presidía su comparsa un inca en riguroso orden que la historia había establecido. Su corte estaba conformada por guerreros y buen número de accllas, ñustas, mamaconas y vestales incas.

Había que ver aquellas celebraciones carnestolendas en homenaje a la mujer cerreña. En ellas se interpretaba la muliza, creación de muleros cerreños que desde lejanos pagos argentinos de Córdoba, Jujuy, Mendoza, Salta, Entre Ríos, conducían las mulas para los rudos trabajos mineros.

También los más exitosos huaynos creados para los carnavales por insignes músicos del pueblo. En esos tres días de jolgorio, se realizaba pomposo desfile de soberanas en carros alegóricos y comparsas de disfrazados. Reinas con fastuosas cortes de honor y pimientas, escoltadas por Guardia Mayor, Cancilleres, Chambelanes, Infantes y Delfines; damas de blancas o rubias pelucas glamorosas con tocados de seda, orillos centelleantes, barras de paño, caireles de ensueño y zapatitos áureos y brillantes; detrás, la numerosa escolta de impactantes disfrazados: gallardos húsares de morriones, capisayos y guantes; extraños príncipes de lejanas geografías, personajes milyunanochescos con alfanjes, dagas de empuñaduras de pedrería, guantes y fornituras de cuero; pierrots de caprichoso vestuario; vaqueros del Far West, con pistolas en cartucheras de cuero; fantoches comiquísimos, árabes, otomanos y turcos; emperadores chinos de luengos bigotes y trenzas enormes; incas de lujoso atavío, mamaconas, vestales y ñustas de colorines y abalorios indianos; elegantes señorones de cuidados fraques y chisteras; payasos, duendes y fantasmas; notarios cegatones de espectaculares narices rojas, pilosas con tamaños lunares, cargando enormes lapiceros y numerosos libros de utilería; saltimbanquis, gitanos y adivinos; piratas de llamativos pañuelos, tuertos y tatuados; corsarios de manos de gancho, pata de palo y espadas en ristre, siempre fieros y mal encarados; corsarios con sombreros de tres picos y libreas caprichosas, legionarios romanos de brillantes cascos y plumajes multicolores. Sinfonía majestuosa de guitarras, mandolinas, bandurrias, saxofones, fríscoles, violines, cornetines y voces…

En todos los años vividos, una pléyade destacada de poetas y músicos le dio brillo a las fiestas de MOMO.

Andrés Urbina Acevedo, (El tío Kanario); Ramiro Ráez Cisneros, (El Pescador de Perlas); Pablo Morales Paredes; Oscar Víctor Malpartida, (Carsov); Ambrosio Casquero Dianderas, (Américo Roldán); Gamaniel Blanco Murillo, (White); Felipe Germán Amézaga; Daniel Florencio Casquero Dianderas, (Rafael Coudin); Oswaldo Robles Verástegui, (Serafín de los Andes); Arturo Mac Donald; Lorenzo Landauro, (Hugo Fernelly); Isauro Lavado; Dionisio Casquero Caso,(Dioni); Armando Casquero Alcántara; Gregorio Chamorro; Genaro Parra; Antonio Dianderas; Miguel Tello González; Francisco N. Del Castillo; Juan Sotomayor M; Gerardo Limas; Víctor \»Mocho\» Arriola; Gerardo Patiño López; Donato Reyes Agüero, (Renato de San Germán); Jorge Morales Galarza, (Mashuri); Ulises Sampértegui; Marcelino Porras Mandujano, (Machín); Carlos A. Tábori; Samuel Portillo; Flaviano Otrera; Angel Barreda; Toribio Galarza Gallo; Adrián Galarza Gallo; Félix Llanos Alvarado, (El Paisano); Vicente Egúsquiza; Américo Córdova; Max Loyola; Reynaldo Alcántara Caro; Pablo Palacios; Isaac Salazar; Gregorio González Gamarra; César Pérez Arauco; Jorge Urbina Hurtado; Juan Llanos Matías; Liz Espinoza Medrano; Angel Barreda; Efraín Herrera León; Nico Papish; César Bustamante Guerra; Hugo Apéstegui Ramírez; Fidel Roque López, (Delfi); César Pajuelo Frías, Serapio Llanos,(Shilaco); Pedro Santiváñez

(DE LUGARES ALEDAÑOS)
Maximiliano Gutiérrez, (Goyllar); Luis Ferrari, (Yanahuanca); Sebastián G. Benavides, (Yanahuanca); Víctor Calderón Picón, (Conde Calpi); Antonio Medrano, (Minarragra); César Lugo, (Paucartambo); Juan Pablo Garreta, (Huariaca); Oscar Víctor Malpartida, (Huariaca); Máximo Nieves, (Huariaca); Oscar F. Benavides, (Huariaca); Teodosio Jaime, (Huariaca); Oscar Anselmi, (Huariaca).

Los bandos carnavalescos

Como todo en carnaval se cumplía obedeciendo explícitos mandatos del Rey Momo, cada uno de los clubes publicaba los edictos reales de sus correspondientes majestades en los que emitían disposiciones terminantes para su debido cumplimiento: S.M Vulcano, S.M Apolo, S.M. Calixto, S.M. Cayena etc.

Estos edictos reales que se hacían conocer públicamente en sábado de carnavales, eran leídos a viva voz por un pregonero, en plazas y calles; a partir de ese instante, los súbditos quedaban enterados de las jocosas y a veces grotescas disposiciones regias que habrían de cumplir durante los días de carnaval.

Llegada la tarde de sábado de carnavales, hacían su estrepitoso ingreso en las plazas los portadores del CORREO. La comitiva estaba integrada por una chispeante cuantía de disfrazados entre los que se distinguía a miembros de una realeza decadente con sus prendas reales en completo estado de destrucción; gigantes cabezudos que eran burlescas caricaturas de los personajes más visibles de la ciudad, generalmente autoridades: curas borrachos de bonetes raídos, narices encarnadas con enormes botellas de licor en las manos; marineros pintarrajeados, arrastrando sus colorinescas serpentinas; “gitanas” de enormes mamas y traseros espectaculares, sujeta la cabeza con viejos pañuelos de colores; tenderos, mercachifles y prestamistas –fácilmente identificables- con enormes bolsas de dinero mal habido; sacristanes jaranistas montados en burros decrépitos llevando a sus espaldas armonios portátiles; cachacos abusivos blandiendo garrotes descomunales; cucufatas narigonas trajeadas de negro y cubiertas con velos misteriosos portando descomunales cirios en las manos, etc. Todos estos personajes escoltaban al Secretario que, montado sobre un jumento, con un lápiz desmesurado, a manera de un fusil en bandolera llevaba a las espaldas, con cómicas antiparras sobre sus narices y un libro gigantesco que abriría en determinado momento para leer el BANDO. A partir de ese instante, las risas arreciaran entre los curiosos cuando logran identificar a los aludidos en el bando.

Los edictos eran redactados por hombres de gran talento humorístico o por un equipo de ellos. Por la década del 30 y el 40, sobresalieron en este menester don Ramiro Ráez Cisneros y Alberto Minaya Rolando “El Capachón”; pero la mayoría de otros escritores decidieron quedar en el anonimato por razones obvias. Últimamente, es doloroso decirlo, apareció un redactor de bandos que, lejos de conservar el calembour y el gracejo de antaño, dejaba traslucir todos sus complejos y sus odios soterrados contra varios personajes de la ciudad a los que no aconsejaba sino ofendía; menos mal que su chabacana grosería no tiene seguidores.

En el Bando, tanto en la parte considerativa cuanto en el Decreto, se hacía una serie de apreciaciones cómicas de las que nadie, por más pintado que fuera, se libraba. No se escapaban el cura, los jueces, los tinterillos, los comerciantes, las mujeres alegres, las solteras y solteronas, las beatas, las chismosas, los borrachitos del pueblo, los abstemios, los mujeriegos, los sacolargos etc. Para finalizar, se estampaba la firma de un Secretario y demás personajes burocráticos, muchas veces sin que éstos los supieran.

Es necesario recordar que, para la fecha, se elegía las reinas de los clubes carnavalescos, instituciones culturales, del mercado y, principalmente, de la ciudad. Ellas presidirían las fiestas y desfilarían como atractivo principal en los corsos.

Durante las tres noches de carnavales se realizaban las Fiestas en las que con traje de gala o disfraces, damas y caballeros, alternaban alegremente. Además de las excelentes orquestas, se bebía y se comía de lo mejor. Se aprovisionaban muy bien, comedores y bares internos. El juego, con serpentinas y chisguetes, no decaía en ningún momento de la noche. La tradición había establecido el día que le correspondía a cada club de la ciudad. Esta costumbre se respetaba meticulosamente.

Para finalizar los tres días de carnaval, completamente agotados –hombres y mujeres- quemaban en la plaza pública al Ño Carnavalón. Era el último rito que se cumplía en los carnavales.

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3 comentarios en “Los carnavales en el Cerro de Pasco de antaño”

  1. Prof Cesar Perez :
    Es un enorme placer tenerle,por este canal como un gran aporte a nuestra cultura Pasqueña por favor desearia pedirle encarecidamente de emviarme las letras de estas dos canciones para un proyecto artistico del cual me ocupo,espero alcanzar mi peticiòn ,me despido de Ud.deseandole salud y bienestar para que nos siga dando sus grandes aportes.
    Irma Celis
    Verona-Italia Junio 2011

  2. Carlos MEZA ANDAMAYO

    Carnaval Cerreño; la que endurece lagrimas de alegría en los ojos, en aquellas tristezas espantadas de cementerio, en los inventados desmayos sorpresivos por la partida o llegada de la familia añorada o dejada, en los relojes perversos a veces de campana, que dieron tiempo para asuntos sin nombre.
    Carnaval Cerreño; tiempo definitivo de exclamar voluntades absolutas, tiempo para encontrar el camino de la inspiración en algún lugar del mundo, tiempo importante, en todo caso, tiempo para valorar los fenómenos culturales, “lo nuestro” incluyendo aceptarnos entre Pasqueños y sobre todo entre Peruanos, como un pretexto verdadero para que nuestra sociedad de hoy pueda borrar surcos y matices negativos del pasado y así pueda escribir su historia nueva; ya que su imagen -enjuta, sintética y plastificada como en todo el país – podría simbolizar su inconsistencia en los frágiles hilillos que constituyen la debilidad de una identidad entusiasmada, los carnavales cerreños hoy planchan rostros y rastros, hoy planchan el rostro de la ciudad minera que significaría serle infiel al futuro y al de nuestras generaciones; finalmente pregunto ¿Dignificar la escala de valores de identidad es tarea imposible? sin chauvinismos ¿Será, aún, verdad que las ideas, la música, la imaginación, el amar a lo nuestro y el coraje cambian el mundo? Pues por mi parte si estoy convencido, puede que haya llegado la hora apremiante de comprobarlo juntos, pero nunca separados. un abrazo de su amigo Carlos MEZA ANDAMAYO AUN SIGO ESTIRANDO MI EXISTENCIA, PARA QUE TENGA MAS SITIO EL RECUERDO Y LA MEMORIA DE MI TIERRA.

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