Daniel Alcides Carrión García nació en la calle Cruz Verde del Cerro de Pasco, el 13 de agosto de 1857. En aquel tiempo, conjuntamente con Potosí y Guanajuato, el Cerro de Pasco era una de las ciudades más ricas de América hispánica. Con quince mil habitantes, ubicada a 4,360 metros sobre el nivel del mar, es la ciudad más alta del mundo.
Fue su padre don Baltazar Carrión y Torres, médico y abogado, natural de Loja, Ecuador, radicado en la ciudad minera desde el 5 de octubre de 1853 donde ejercía el cargo de cónsul de su país y sus profesiones de médico y abogado. Sus títulos académicos los había obtenido en la Universidad de Quito. Cuando ejercía el cargo de Rector de la Universidad de Loja, fue extrañado de su país por razones políticas en compañía de sus primos, Alejo y Joaquín Valdivieso. Procedía de una familia notable y de alcurnia en cuyo escudo nobiliario se leía:»Non novis Dómine Sed Nomine, Tua da Gloriam» (“No a nosotros, Señor, sino a tu Nombre sea dada la gloria”) (ENCICLOPEDIA ESPASA CALPE, Tomo XXX; pág. 1470). Uno de sus rasgos más notables fue la Caridad. Fue conjuntamente con su familia, uno delos mayores benefactores del hospital de su tierra natal.
Su madre doña Dolores García Navarro fue natural de Quiulacocha, pueblo de plateros y de procesamiento de minerales, ubicado a cuatro kilómetros del Cerro de Pasco. “Su partida de bautismo está registrada en el Libro parroquial de San Miguel de Chaupimarca, Tomo V, folio 175. En ella se afirma que nació el 14 de abril de 1840 y es hija natural de Apolinario García y María Navarro (ambos naturales de Quiulacocha). Fue bautizada a los dos días de nacida en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Yanacancha, por el sacerdote F. José Cervantes (PEÑA GALLO, Luis, en»Salud\’, 1986 “Revista del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias de la salud”, UNDAC).
Carrión fue bautizado en la Iglesia de San Miguel de Chaupimarca, el dos de octubre de 1857, cuando tenía cuarenta días de nacido. Las primeras letras las recibió en la Escuela Municipal de su tierra natal. A los ocho años queda huérfano por la muerte accidental de su padre al disparársele una escopeta, en Huariaca. (Su tumba se halla abandonada en el cementerio de aquel lugar). A partir de entonces, su madre recibe la ayuda económica de sus tíos apellidados Ungaro, hasta que contrae nupcias con don Alejo Valdivieso quien, además de ser su padrastro, era tío de Daniel. Don Alejo Valdivieso se convirtió en el protector de la carrera y formación profesional de Daniel Alcides. En el nuevo hogar, Daniel tuvo dos hermanos más: Teodoro y Mario.
En 1870 es enviado a la Escuela Fiscal de Tarma a fin de que allí concluya sus estudios primarios. En esta ciudad va a realizar también los dos años iniciales de Educación Secundaria. En 1873, viaja Lima a caballo. Atravesando las pampas de Junín llega a la Oroya, luego a Morococha, de allí asciende a Ticlio a 5,220 metros sobre el nivel del mar para bajar a San Mateo. Aquí empalma con los dos primeros tramos del ferrocarril Central que estaba construyendo Enrique Meiggs. Llega a Lima por primera vez a fines del verano y se aloja en la casa de su madrina en la calle Ayacucho. En abril se matricula en el tercer año de secundaria en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, cuyo rector era don José A. Godoy. Aquí entabla amistad con Mariano Alcedán, Enri-que Mestanza, Casimiro Medina y Julián Arce con quienes serán amigos inseparables hasta el momento de su muerte. Ellos estuvieron en su lecho de muerte después de acompañarlo en su cruenta pasión.
En las aulas guadalupanas, Carrión recibe la poderosa influencia de Sebastián Lorente, Carlos Lissón, José Gálvez, Cesáreo Chacaltana, Sebastián Barranca y otros líderes intelectuales de enorme gravitación en la vida cultural y política del Perú. Para familiarizarse con la cultura griega se inscribe en el curso de griego. Fruto de sus lecturas decide añadir como su segundo nombre el de ALCIDES, que significa en griego: Fuerte, de gran temple.
Concluidos sus estudios secundarios en 1877, ingresa en la facultad de Ciencias de la Universidad de San Marcos, en una etapa de reorganización y ordenamiento de la Educación Superior. Era Decano de la facultad Vladislao Folkierski, erudito hombre de ciencia polaco, y Vice Decano, Martín Dulanto. Fueron sus maestros Pedro Le Blanc (francés) de Química; J.H.B Martinet (francés) y Sebastián Barranca, de Botánica y Zoología; Antonio Raimondi (italiano) de Historia Natural, Química Analítica y Mineralogía, entre otros destacados científicos. Los estudios en la facultad de Ciencias duraban tres años las cátedras impartían la enseñanza doctrinal y comprendían además prácticas intensivas en laboratorios y gabinetes.
Carrión fue un alumno aprovechado. Durante su permanencia en la Facultad intervino con la juventud estudiosa de Ciencias, Letras, Jurisprudencia y con los de la recientemente creada facultad de Ciencias Políticas y Económicas.
El 5 de abril, Chile declara la guerra al Perú. Carrión que promediaba ya los veinte años participa en el enrolamiento respectivo y en los preparativos bélicos de rigor. Compartió con sus colegas las emociones de la guerra a través de los corresponsales que hacían conocer los resultados del conflicto. Vivió con emoción las hazañas del inmortal Miguel Grau. Sufrió y lloró cuando el 8 de octubre moría en el puente del monitor el»Caballero de los Mares».
En 1880, Carrión ingresa en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos donde fue un excelente alumno. Hizo sus prácticas clínicas en los mejores hospitales de Lima. Fue externo en el Hospital de Santa Ana, de la Maisón de Santé y de Lázaro de Guía, e interno de los Hospitales San Bartolomé y Dos de Mayo inaugurado en 1875 y considerado como uno de los más completos y mejor dotados de América del Sur.
Sufre intensamente al conocer las penurias de sus paisanos de la Columna Pasco y llora inconsolablemente cuando el 7 de junio de 1880 cae abatido el titán del morro don Francisco Bolognesi cumpliendo su promesa de quemar el último cartucho y que junto a él han caído también los últimos soldados de la Heroica Columna Pasco.
En 1881, al conocerse el avance de las tropas chilenas sobre Lima, como practicante de cirugía, forma parte de los grupos sanitarios en los Puestos de Socorro. Presenció la derrota y el incendio de Barranco y Chorrillos y soportó la ocupación de Lima del 13 al 17 de enero de 1881.
El Ejército chileno lo ocupó todo; maestros y estudiantes fueron desalojados de su facultad y la enseñanza tuvo que hacerse en diversos consultorios, corriendo los alumnos de un lugar a otro. El 28 de julio de aquel año, decide iniciar sus estudios sobre la verruga. Realiza su primera observación personal y la primera historia clínica que figura en sus apuntes. El paciente es el señor Antonio Sagamé, natural de Italia, de 34 años de edad, que ocupa la cama 85 de la sala San Juan de Dios del hospital San Bartolomé. Entre adversidades y privaciones, pero con gran espíritu de sacrificio inicia la búsqueda de la verdad.
Durante 1882 se dedica al estudio pleno de la enfermedad. Observa casos en los Hospitales, sigue con minuciosidad la evolución de los enfermos, anota con precisión y detalle los signos y síntomas de los padecimientos; acude a bibliotecas, solicita consejo, indaga antecedentes históricos, hurga en los archivos; discute hechos clínicos, en fin, se enfrasca plenamente a estudiar la verruga.
El 20 de octubre de 1883 se firma el Tratado de Ancón que da término al conflicto bélico con Chile. Las tropas invasoras evacúan Lima y otras ciudades del interior y, en diciembre, abandonan las salas de la Facultad de Medicina y el hospital Dos de Mayo. Sin embargo no hay consenso nacional y estalla la fratricida guerra civil entre Iglesias y Cáceres. Durante todo 1884, todos los maestros y alumnos de la facultad de Medicina se dedican a tarea de reconstruir bibliotecas, laboratorios, gabinetes, aulas y otras instalaciones saqueadas y destruidas durante la invasión. Además de esta hermosa tarea alterna con el estudio concienzudo de tres nuevos casos de verruga en los Hospitales de San Bartolomé y Dos de Mayo.
Por fin, en enero de 1885 se firma el tratado de armisticio entre Iglesias y Cáceres, dando fin a la guerra civil entre peruanos. El país entra en una etapa de calma dispuesto a curar sus heridas.
El 21 de mayo ocurre algo que se va a grabar con letras de fuego en el alma de Carrión. Su entrañable amigo, Abel Orihuela, estudiante del tercer año de medicina, fallece víctima de la»Fiebre de la Oroya». Por entonces vivía en la casa de su madrina en la calle Buenos Aires, en el cercado de Lima, junto con su menor hermano Teodoro Valdivieso. El 27 de agosto de 1885, a las diez de la mañana, da inicio a su inmortal experiencia. «Llega resueltamente a la sala de Nuestra Señora de las Mercedes en el Hospital Dos de Mayo, servicio del doctor Leonardo Villar, donde ya en franco estado de curación yace Carmen Paredes, un fuerte muchacho de catorce años, a punto de ser dado de alta, con dos verrugas faciales en plena regresión, una en la mejilla y otra en la cola de la ceja derecha… Desnuda su brazo, rasga la verruga, toma con la lanceta el material verrucoso y busca inocularse con la mano derecha en el brazo izquierdo; no le tiembla la mano, no; el doctor Villar, jefe del Servicio trata de persuadirlo nuevamente, pero ante la resolución, lo deja hacer, pues ya ha expresado su oposición y comprende que está frente a una fuerza superior. Dos estudiantes, amigos fraternos, Julián Arce y Sebastián Rodríguez, contemplan la escena; el doctor Evaristo Chávez, viendo que la zona posturalmente posible para la inoculación no es la más conveniente, le hace»lege artis» cuatro inoculaciones de sangre del tumor superciliar de Carmen Paredes, dos en cada zona deltóidea de Carrión, en donde se acostumbra a hacer la vacunación. En ese instante se está embarcando camino a la gloria.
Murió cuarenta días después, el cinco de octubre de 1885, a las once y treinta de la noche. Fue en busca de la verdad, la única verdad suprema de la vida del hombre con la entrega de la propia vida. Un gesto digno de los más grandes prohombres de la humanidad. De ahí su inmortalidad.
Conoce la historia del Cerro de Pasco en la obra de César Pérez Arauco, disponible en Amazon.
AUN CON EL ROSTRO DE UN VERDADERO INDÍGENA SE ENCUENTRA MUCHOS RASGOS DE LA MADRE…MENUDO PROBLEMA
.Muy interesante los datos biograficos quer mencionan. Me gustaria saber si tienen alguna foto de Daniel Alcides Carrion .