La Benemérita Compañía de Bomberos de el Cerro de Pasco

La Benemérita Compañía de Bomberos de el Cerro de Pasco

Fundación de la Compañía de Bomberos de Cerro de Pasco. Hasta aquella histórica fecha -18 de diciembre de 1901- la incidencia de siniestros se había convertido en acontecimiento cotidiano que tenía alarmada a nuestra ciudad. Los techos de paja de las casas eran presa fácil de las llamas producidas por cortocircuitos eléctricos, o lo más terrible, a descargas eléctricas originadas por tempestades atmosféricas de espantosas rayos y truenos. En todo caso, la actitud de los vecinos se limitaba a salvar las pocas pertenencias que pudieran hallar a su alcance porque el vencer al fuego siempre había resultado infructuoso.

Las descargas que acompañaban a los terroríficos truenos dejaban casi siempre un doloroso saldo de muertos y heridos. La justificada alarma del vecindario fue creciendo hasta que la madrugada del 18 de diciembre de 1901, un incendio inmisericorde redujo a cenizas toda una manzana de casas no obstante la esforzada labor de los vecinos por evitar el avance del fuego. Como consecuencia, todo aquel día fue vox pópuli la necesidad de instaurar un cuerpo de salvadores que pudieran luchar organizadamente contra los siniestros. Se conocían antecedentes de otras instituciones similares fundadas en Lima y los cerreños lo sabían. Ya se habían fundado las siguientes compañías de bomberos voluntarios.

01. UNION CHALACA, el 5 de diciembre de 1860 en el Callao.
02. ROMA Nº1, el 15 de abril de 1866,en Lima.
03. FRANCE Nº2, el 20 de abril de 1866 en Lima.
04. LIMA Nº3, el 21 de abril de 1866.
05. ITALIA Nº2, el 28 de octubre de 1868 en el Callao.
06. GARIBALDI Nº9, el 13 de octubre de 1873, en Lima.
07. GARIBALDI Nº3,el 25 de enero de 1873, en el Callao.
08. VICTORIA Nº4, el 12 de febrero de 1873, en Lima.
09. SALVADORA CALLAO Nº5, el 5 de junio de 1873 en el Callao.
10. SALVADORA LIMA Nº5,el 10 de enero de 1874,en Lima.
11. COSMOPOLITA Nº6, el 14 de agosto de 1877, en Lima.
12. MOLLENDO, el 15 de agosto de 1866, en Mollendo.
13. OLAYA Nº10, el 29 de junio de 1890, en Chorrillos.
14. CALLAO Nº5 el 10 de marzo de 1894, en Bellavista.
15. INTERNACONAL Nº7, el 17 de noviembre de 1895, en la Punta.
16. GRAU Nº11, el 8 de febrero de 1898, en Barranco.
17. SALVADORA COSMOPOLITA Nº 1, el 18 de diciembre de 1901, en el Cerro de Pasco.

La feliz iniciativa de Ambrosio Peret y Francisco Quiñones, miembros del consulado español en el Cerro de Pasco, encontró acogida en la buena gente que residía en nuestra ciudad. En torno a la idea cerraron filas todos los extranjeros residentes, por esta razón se la denominó Cosmopolita y por ser la primera en el Centro del Perú, se le asignó el número uno. El Acta de fundación de la Compañía es la siguiente:

«En la ciudad del Cerro de Pasco, a los dieciocho días del mes de diciembre de mil novecientos uno, a las tres de la tarde, reunidos en el local de la Sociedad Cosmopolita de protección Mutua Bolognesi, fueron presentes los suscritos, invitados por don Francisco Quiñones y don Ambrosio Peret, con el objeto de fundar una compañía de salvadores para resguardar las propiedades, siendo por consiguiente urgentísimo organizar un cuerpo de bomberos para seguridad de la población. En vista de lo cual, no habiendo hecho uso de la palabra ninguno de los concurrentes se puso al voto la proposición de los señores Peret y Quiñones, suspendiéndose la sesión por cinco minutos. Reabierta ésta y verificado el escrutinio, resultó aprobado por unanimidad. Inmediatamente se procedió a nombrar la plana mayor de la compañía con el personal siguiente:

Comandante Honorario: Coronel don Juan Manuel Vivanco (Prefecto)
Comandante Activo: Juan Azalia.
Capitán: Francisco Quiñones.
Tesorero: Sixto M. Venegas.
Tesorero Auxiliar: Cesáreo Villarán.
Secretario: Néstor Carrión.
Sub secretario: Ricardo R. Torres.
Trompeta de Orden: Marcos Bach.

SECCION HACHAS Y ESCALAS
Teniente: Ambrosio Peret.
Subteniente: Iram S. Proaño.
Sargento Primero: José María Quiroga.
Sargento Segundo: Carlos R. del Valle.

SECCION BOMBAS
Teniente: Lorenzo Cabello.
Subteniente: Eduardo Lovatón.
Sargento Primero: Enrique Slee.
Sargento Segundo: Fidel Fernández.

SECCION GUARDA DE PROPIEDAD
Teniente: Paulino Torres y Carrasco.
Subteniente: Genaro Guerra y Cotera.
Sargento Primero: Guillermo González.
Sargento Segundo: Domingo Rosales.

Puesto al voto la plana que antecede fue también aprobada por unanimidad. Enseguida se acordó poner en conocimiento del señor Subprefecto de la Provincia, Alcalde Municipal y el señor Juan Azalia comandante nombrado de esta Compañía, la organización del cuerpo de salvadores.

Acto seguido se practicó una erogación espontánea entre los presentes que ascendió a la cantidad de veintidós soles y que quedaron en poder del tesorero auxiliar, señor Cesáreo Villarán, con lo que terminó el acto quedando organizado el cuerpo con el nombre de Compañía de Bomberos Salvadora Cosmopolita Nº 1. Siendo las cinco de la tarde y quedando convocada la Junta Directiva a sesión extraordinaria el 20 de presente las tres de la tarde.

A partir de enero de 1902, la actuación de la flamante compañía no sólo fue providencial sino altamente efectiva. La celeridad era su lema inicial; es por eso que a iniciativa del comandante activo, el santanderino Nicasio Gallo, se colocaron escudos rojos con una S blanca a las puertas de las casas de los bomberos para ser avisados de inmediato por los vecinos, caso de incendios.

El 2 de abril de 1902, estrenan sus uniformes que consisten en: pantalones blancos, casacas rojas con dos hileras verticales de botones dorados, una S metálica dorada sobre el pecho, borceguí de cuero negro, kepís rojo con franja dorada y cinturón y fornituras de cuero.

En el TE DEUM de Fiestas Patrias de aquel año, se bendice solemnemente el Estandarte de la Compañía, apadrinado por el Cónsul inglés Henry Stone y la Señorita María Beatriz Negrete. También se bendice el carro de escalas apadrinado por don Nicolás Birimisa y la señora Tarcila Chávez Rey de Vattuone. Inmediatamente después pasan a la calle Libertad a inaugurar el local que había sido especialmente acondicionado y que venía prestando servicios ya desde el 28 de junio.

Los padrinos fueron el señor Ignacio Alania y la señorita Julia María Azalia. En esta misma fecha acaece un luctuoso suceso. Mientras las autoridades y el público se hallaban en la ceremonia de bendición; a las diez de la mañana y en completo estado de ebriedad, Manuel Palacios trepa sobre las flamantes escaleras dejadas por los bomberos en la Plaza del León; al ejecutar unas graciosas piruetas cae aparatosamente falleciendo en el acto.

Esta humanitaria institución, desde sus albores tuvo un bastión grande en su férrea disciplina, organización y su constante preparación físico-técnica. Dominicalmente en forma pública, efectuaban sus maniobras ejercitándose en manejar sus materiales. Siempre estuvieron listos para la lucha.

No sólo en las tareas de su competencia tuvo descollante actuación la Cosmopolita. En el plano social y cultural también destacó con brillo y eficacia. De allí señalamos, por ejemplo, sus tradicionales fiestas a las que, lo mejor de nuestro pueblo asistía. No era para menos, en sus filas se inscribieron mucho de los más notables hombres de Pasco.

Las veladas y conciertos musicales, teatrales y tertulia eran proverbiales y muy bien acogidas por la comunidad.

Asimismo es digno de recordación el desempeño de la banda de Músicos que, dicho de paso, en un comienzo había sido una organización aparte pero teniendo como sus directivos a los mismos de la Salvadora, denominándose FILARMONICA COSMOPOLITA como la otra, decidieron a agruparla en fusión con los bomberos. Esta banda de música, a partir de 1904 estuvo dirigida por el pintoresco Pedro Ángel Cordero y Velarde, cuando todavía estaba cuerdo. Aún no era el orate que deambulaba por las céntricas calles de Lima con su estrafalaria indumentaria, fungiendo de Presidente de la República y pronunciando maratónicos discursos disparatados que eran seguidos por las risas de los circunstantes. A propósito, un 18 de diciembre -por rara coincidencia- falleció en Lima.

Lo que son las cosas. Esta banda de músicos que los sábados de principios de siglo, alternaba con la banda austriaca, con la de la Beneficencia Española, con la del Cuartel de Policía, tuvo un desempeño brillante y emotivo, ya que en estos torneos musicales «sacaban la cara» por el Cerro de Pasco; porque mientras la Slava bajo la batuta de Marcos Bach se lucía con los compases de valses vieneses, pasajes de Opera y Opereta, y la de la Beneficencia Española con pasodobles toreros, jotas aragonesas, bulerías y seguirías y demás música de la Madre Patria, y de la Policía con marchas, rancheras, tristes, pasillos, mazurcas y cuadrillas; la banda de la Cosmopolita ponía al tope los corazones con sentidas mulizas, hermosos yaravíes, tristes emotivos, rematados con alegres cachuas. Nuestro hayno nunca faltaba.

No queremos finalizar esta corta semblanza sin dejar de mencionar al héroe César Zamudio Véliz, heroico bombero cerreño herido mortalmente en el incendio que destruyó el mercado central el 21 de marzo de 1940. Conducido al Hospital y ante la impotencia de nuestros médicos es conducido a Lima en donde luego de cruentos y agobiantes dolores, fallece después de tres años de agonía. Fue enterrado por los bomberos de Lima en el Presbítero Maestro de Lima.

No podemos dejar de mencionar tampoco la destacada actuación de Domingo Sotil como Comandante en el período 1906 -1911, ni la de don Félix Lewandovsky entre1944 y 1951), ciudadano berlinés que adquirió un terreno de mil metros cuadrados para el nuevo local, una costosa Motobomba LA TOUR, la primera importada al Perú, la refacción completa del antiguo de la calle Libertad y la edificación del Hermoso Obelisco en memoria de los bomberos caídos en el Cementerio General. A propósito de este último acontecimiento, es necesario recordar que el domingo 13 de mayo de 1945, en un terreno cedido en forma gratuita por la Beneficencia Pública merced a las gestiones del Inspector de Cementerios señor Gerardo Patiño López -capitán vitalicio de la Institución- y a un costo de 945 soles, el albañil Jacinto Agüero, erigió el obelisco de homenaje al bombero, construído en cemento armado, entre dos cuarteles de nichos de 12 pies de alto y que se eleva sobre varias escalinatas circundado de cables de acero y decorado con dos placas, la primera, ubicada en la parte alta de una de las caras con un casco entre dos hachas, ostenta la fecha «13 de mayo de 1945». Al pie de ésta hay otra en la que dice: «A los Bomberos caídos» y en el frente de la primera grada, otra placa en la que reza: «La Compañía de Bomberos Salvadora Cosmopolita Nº 1».

En la ceremonia estuvieron presentes, el Alcalde de la ciudad don Cipriano Proaño, el Prefecto del Departamento don José Rodríguez del Riego, el Vicario Foráneo de la Iglesia de Chaupimarca, Rvdo. Anatolio Trujillo Zevallos, el doctor Hipólito Verástegui Cornejo, Presidente del Club Team Cerro, el Comandante General de la Compañía don Félix Lewandosvky, don Víctor Rodríguez Bao, Inspector de Cultura, don Gerardo Patiño López, Director de EL MINERO; Autoridades, judiciales, educacionales, policiales y políticas en pleno así como la totalidad de bomberos de la ciudad. En la ceremonia hicieron uso de la palabra el capitán Gregorio Rivera y el teniente Félix Peraldo. Aquella misma fecha, el distinguido poeta cerreño don Armando Casquero Alcántara, publicó su poema al heroico nombero, interpretando la admiración y el cariño que toda la población siente por este benemérito soldado cívico. Esta es la creación:

Dios te salve heroico bombero

(Fragmento)
Para los abnegados bomberos de la Cosmopolita de esta ciudad, con mi profunda admiración y simpatía.

Porque corres de la alarma al sonar quejumbroso
y abandonas tus quehaceres y te llenas de valor
porque enfrentas tu coraje ante el fuego insidioso
y no temes el peligro ni la altura, ni al calor;
Porque sabes que en tu obra de pacífico soldado
se encomienda el destino de la casa y el hogar
y en arranques de ironía, con el rostro afiebrado,
lentamente tú consigues el incendio apagar.
Porque vibran tus entrañas al impuilso del trabajo
y te acercas a la muerte con valiente sonreir
…y no miras si hay peligro, si el dolor está debajo,
¡Dios te salve, Oh bombero, Dios te salve, en tu vivir!
¡Dios te salve, cuando subes las escalas tambaleantes!
¡Dios te salve, cuando trepas las paredes remojadas!
¡Dios te salve, cuando pisas los techados calcinantes!.
y de humo se entorpecen tus homéricas miradas…!.
¡Dios te salve! yo pregono con mis gritos más sinceros….
¡Dios te salve…porque seas el orgullo del Perú…!
¡Dios te salve, Oh bombero entre todos los bomberos
y bendito para siempre, para siempre seas tú….!

César Zamudio Véliz, un mártir olvidado

El silencioso recogimiento de los fieles en la iglesia Chaupimarca la mañana del 21 de marzo de 1940, era premonitoriamente dramático. Se celebraba el Oficio de  Jueves Santo.  La Santa Misa se había iniciado a las once de la mañana. Ataviados de riguroso luto las autoridades presidían los actos. Numerosos fieles y miembros de la Compañía de Bomberos, “Salvadora Cosmopolita Nº1, en pleno, correctamente uniformados con brillantes cascos de bronce, polacas rojas, pantalones blancos y borceguíes negros de media caña. Afuera ajetreados ompradores atiborraban los pasadizos del mercado de abastos construido, en 1902, por el Alcalde de nacionalidad italiana, Cesare Vitto Cútolo, Resistentes bases de piedras y barro apisonado sostenían un sin número de tabiques de madera reseca que separaban los ambientes internos correlativamente numerados.

El reloj del frontis de la torre de madera marcaba las 11 y diez de la mañana.

En un “puesto” ubicado a la entrada del mercado, el comerciante Juan de Dios del Valle, vendedor de ron de quemar, gasolina, kerosén, petróleo, velas, bencina, carbón de madera, manteca. -peligrosa bomba de tiempo- utilizando una hornilla de ron, trataba de derretir la manteca impregnada en una lata casi vacía. Fatalmente, un chorro de manteca derretida cayó sobre la ronera  que incendió la lata completa. Presionado por la flama ardiente que le quemaba las manos la arrojó lejos de sí sobre los numerosos recipientes del depósito. Todo fue instantáneo. Eléctrico. El fuego con gigantescas y voraces lenguas se extendió inmediatamente por paredes y techo, inflamando las ropas del tendero. Del Valle –desesperada tea humana- salió despavorido de su tienda hecho fuego viviente. Un grupo de mujeres que se encontraba a la puerta atinó a cubrirle con pañolones logrando apagar las llamas que comenzaban a devorarle.

En ese instante, una horrísona explosión de los depósitos de combustible, conmovió al pueblo minero.

Ante los angustiosos clamores de la muchedumbre, autoridades y fieles que se hallaban dentro de la iglesia salieron raudos a prestar auxilio: los bomberos los primeros. Se lanzaron a luchar contra el fuego desplazándose estratégicamente por todo el escenario cuando las llamas inmensas comenzaban a devorar las tiendas aledañas. Extendieron sus mangueras y las instalaron a los surtidores. Cuando abrieron las manijas de las cañerías, se encontraron con una cruel realidad: ¡¡¡No había agua!!!. Ni una sola gota. Estupefacto, sin dejarse vencer por la adversidad, el comandante, Francisco Irato, gritó con todas sus fuerzas.

– ¡!!No hay agua!!!… ¡Lleven picos y palas y traigan toda la tierra que puedan!. ¡Otro grupo trate de aislar el fuego con hachas y escalas, pronto, pronto….!

Cuando el fuego ya abrasaba paredes y techos, el subteniente César Zamudio Véliz, premunido de escalas, hachas y garfios, subió al segundo piso donde el fuego se propagaba y el peligro era más acentuado. Comenzó a seccionar los tabiques de madera para evitar que el siniestro siguiera propagándose. El humo que lo cubría le impedía la visibilidad, el calor quemante era insoportable, pero él seguía adelante. Estaba en esta ardua tarea cuando la torre del frontispicio con su reloj convertido en una gigantesca tea, cayó aparatosamente a su lado, rozándolo pero sin tocarlo por un milagro. Sentía que sus pies ardían y el humo le impedía una clara visibilidad, sin embarco, empeñado en su función seguía golpeando con el hacha mientras las calaminas explotaban por el calor confundiéndose con el lamento de las gentes.

El fuego alimentado por el combustible depositado en la tienda siniestrada, se elevaba en llamaradas de formas monstruosas. Cuando las primeras lampadas de tierra eran arrojadas a ese infierno pavoroso, una cáfila de buitres, confundida con gentes que ayudaban, se dedicó a saquear las tiendas de Francisco Villaorduña, de Benigno Berrocal y de Francisco Castellanos, adyacentes al siniestro hirviente. Robaban todo lo que podían mientras la policía y gentes de buena fe traían de lugares lejanos algo de agua que para nada podía servir. Llevaban todo lo que encontraban a su paso. Era un zafarrancho espantoso. En el techo, arrebatado e incansable, César Zamudio Véliz, luchaba contra el fuego.

Era prácticamente insalvable el edificio pero el héroe luchaba con un denuedo extraordinario. En un momento un sordo crujido se escuchó confundiéndose con el grito de espanto de centenares de gentes. El piso se había quebrado y el heroico bombero caía sobre el horno llameante que los lubricantes avivaban. Un grito de terror se escuchó al unísono en las calles humeantes. Con la celeridad que dictaba el impulso fraternal, el capitán Daniel Alejos y un grupo de hombres que comandaba, arriesgando sus vidas, entraron en el férvido escenario para rescatarlo. Tras luchar valerosamente lo sacaron del fuego y bajo las órdenes del sargento sanitario Pedro Santiváñez, lo condujeron a la Asistencia Pública.

Entretanto, Francisco Valdivia, en un momento de oportuna inspiración hizo subir a un grupo de voluntarios al carro que los llevó a la Bodega de la Mining Company. De allí trajeron un apreciable número de extintores con lo que atacaron el fuego. Aquello fue milagroso. Tras agónica lucha de tres horas, las lenguas del fuego fueron vencidas cuando ya iban lamiendo techos y paredes de las tiendas vecinas. Los damnificados fueron muchísimos. No habían podido salvar nada porque la ignición con gran velocidad había arrasado con todo. Sólo humeantes pavesas quedaban de todo lo que había sido un activo emporio comercial.

En la Asistencia Pública los médicos quitaban jirones de ropa abrasada al heroico bombero. Las heridas abiertas lo habían convertido en una llaga viva. Tenía el rostro y la cabeza completamente devorados por el fuego. Las llamas habían hecho desaparecer los rasgos de su cara. Estaba irreconocible. Sus manos eran dos llagas informes. Las llamas le habían consumido toda la piel desde la cabeza a los pies. No había ninguna esperanza de que sobreviviera; sin embargo, su bravo corazón cerreño aún latía y sus pulmones, aunque ardidos, seguían funcionando. Entonces, en un último esfuerzo, el doctor Raúl Picón Reyes, Médico Jefe del Hospital de Colquijirca –el mejor de la zona en ese entonces- ordenó su rápido traslado para ser atendido personalmente por él. Tras soportar el dolor lacerante hasta el límite de lo humano, el heroico salvador entró en coma profundo.

Tres días después del tremendo percance, el subteniente César Zamudio Véliz, no se dio cuenta de que seguía vivo. Completamente inmovilizado en el blanco lecho, presa de un padecimiento tan intenso que parecía increíble que pudiera soportarlo, un monstruoso dolor le desgarraba  el cuerpo de la cabeza a los pies.

Elo suplicio que sufría no tenía cuándo acabar. En seis meses de tratamiento no encontraba mejoría. Era víctima de agitación y delirios, insomnio y convulsiones desgarradoras; presa de un choque nervioso sobreagudo con alteraciones sanguíneas y abierta infección microbiana, muchas veces lo hacía entrar en un sopor terrible. Las ropas al pegárseles al cuerpo por efecto de las llamas habían atacado las partes blandas, incluyendo los músculos con parte carbonizadas que produjo la aguda infección generalizada. Las quemaduras se trataban con sustancias queratoplásticas como el ictiol, tiol, caftalán, dermatol y ortoformo y, para los agudos dolores, el yodoformo y la antipirina.

Utilizaban también cafeína para levantar el rendimiento del corazón e inyecciones subcutáneas para combatir la intoxicación y la dificultad circulatoria. En todo momento hubo inhalación de oxígeno para reforzar los esfuerzos de sus pulmones y combatir la asfixia que había sufrido por el humo espeso del incendio. Se utilizaron cloral, pantopón y opio. Su cuerpo parecía la de un extraterrestre de las películas de ficción por la gran cantidad de vendajes, respiradores, manguerillas y agujas. Partía el alma verlo tendido con un interminable quejido angustioso sin un centímetro sano en su castigada humanidad.

Como su cuerpo tenía que mantenerse separado de las sábanas, el intenso frío le produjo una peligrosa pulmonía. En ese momento el doctor Picón Reyes se comunica con la Comandancia General de Bomberos del Perú y deciden su inmediato traslado a Lima en el tren especial extraordinario. Era imperativo que los especialistas pudieran intervenir. La vida del héroe peligraba en el Cerro de Pasco.

Llevaba la compañía del doctor Raúl Picón Reyes y dos enfermeros muy eficientes. La idea fue feliz porque al tramontar Ticlio a 4,800 metros sobre el nivel del mar, el corazón del héroe dejó de latir ante la alarma del médico que tuvo que efectuar un masaje atinado en la región cordial e inyectarle un remedio tónico directamente en la noble víscera. Felizmente el héroe reaccionó.

Al llegar al Hospital limeño,  el capellán le administró los Santos Óleos. Felizmente no murió. Ante el dolor insufrible, tuvieron que suministrarle opio. Así siguió viviendo los años 1941 y 1942. Las hermandades religiosas, entretanto, rezaban con fe por su recuperación y la ayuda que se reunió siempre fue oportuna. Nadie podía creer que siguiera vivo.

Entretanto, el pueblo conmovido por el prolongado martirio de su héroe, trabajó con denuedo para conseguir que el agua discurriera con continuidad por las cañerías cerreñas. La Compañía de Bomberos, mediante una erogación general adquirió una Motobomba que, a lo largo de su historia ha sido muy útil a la población. Los concejales Vonfiglio Bermiglio y Gerardo Patiño López, hicieron construir el novísimo Mercado Municipal en reemplazo el quemado y que hasta ahora presta valiosos servicios. El suplicio del heroico bombero, no había sido en vano. Su heroicidad había motivado a sus paisanos.

Los primeros meses del año de 1943 le quitaron las vendas. Se podía decir que César Zamudio Véliz estaba salvado. La ciencia había logrado vencer gracias a denodados esfuerzo de los médicos y la envidiable vitalidad del héroe. En todo ese tiempo, con una asiduidad y cariño conmovedores, todos los bomberos de Lima, por riguroso turno acompañaron al héroe, alentándolo con su presencia y sus voces reconfortantes. Los padres capellanes y demás sacerdotes estuvieron continuamente visitándole para darle ánimo. Ya se encontraba muy bien pero no había logrado ver su rostro, sólo parte de su cuerpo lacerado y maltrecho. Tenía mucha curiosidad por ver cómo había quedado finalmente.

Los médicos juzgaron prudente que previamente recibiera un tratamiento adecuado de preparación sicológica para lo que tendría que ver. Sin embargo, un día -imperdonable descuido- una enfermera dejó olvidada una fuente de brillante metal, en la que había llevado inyecciones, apósitos y remedios para el paciente. Al verla tan cerca de él, haciendo esfuerzos supremos alargó los muñones deformes y rígidos: no otra cosa eran sus manos y, por primera vez se miró en la superficie del pulido metal. Un grito gutural seguido de un desgarrador sollozo estremeció la sala. ¡Quedó aterrado y tembloroso! ¡Durante largo tiempo fue incapaz de comprender el horror de lo que veía!

Su cabeza, sin un solo cabello en ella, no era sino una bola amorfa y repugnante. Le daba la impresión que aquel rostro de pesadilla se había derretido completamente para después congelarse en una masa espantosa de un rojo purpurino. Los labios deformes se habían convertido en un pequeño agujero rodeado de protuberancias del color del hígado. Sus párpados, incapaces de cerrarse se llenaron de lágrimas incontenibles que comenzaron a correr por aquella masa informe que antes había sido un rostro humano.

A partir de entonces ya nada le importó. Ni siquiera quiso sobrevivir. En aquel momento ya había muerto.

Una nublada mañana de octubre, cuando la enfermera descorrió las cortinas de su habitación, el bombero mártir estaba inmóvil, con los ojos abiertos en una mirada dramática y dolorosa. Acababa de morir.

Mi homenaje a los heroicos bomberos del Cerro de Pasco

Este día nos permitimos hacer llegar nuestro homenaje de respeto y agradecimiento a todos los valerosos hombres y mujeres que han decidido abrazar la hermosa tarea de ayudar al prójimo en los momentos más dramáticos. Que Dios los bendiga y los proteja para bien de la humanidad.

Un Requiscat in pace por nuestros héroes: César Zamudio Véliz, y Franklin Lincoln García Laurente

Nuestras plegarias de gratitud también, por todos aquellos que tuvieron la visión de fundar y mantener viva nuestra benemérita institución. Al lado de sus héroes, los nombres de los pioneros, entre ellos, el olvidado Micenio Cervantes Villar, un egregio comandante de nuestra compañía que, ya jubilado, viajó incansablemente por el centro del Perú para que las otras provincias tuvieran sus compañías.

Nosotros guardamos especial gratitud a la compañía porque en diciembre de 1963, cuando realizamos la Marcha de Sacrificio que consiguió la creación de nuestra universidad. Con nosotros estuvo su representante, el teniente José Illanes que, conduciendo el carro de auxilio, cumplió una brillante campaña.

Nuestro fraternal abrazo a todos los bomberos cerreños –hombres y mujeres- en la persona del Vice Comandante Departamental de la XIV Jefatura del Cuerpo General de Bomberos Voluntario del Perú: Wilber Pasquel Ñaupay.

De igual manera, del Teniente Brigadier CBP: Tomás Vara Rivera, Primer Jefe de la Benemérita y Centenaria Compañía de Bomberos Salvadora Cosmopolita Nº 17 – Cerro de Pasco.

Comandantes de la Salvadora Cosmopolita N°17 desde 1901

1901 – Comandante Juan Azalia
1902 – 1912 Comandante Nicasio Rodríguez. Gallo
1913 – 1914 Comandante Domingo Rosales
1915 – 1929 Sin datos
1930 – 1934 Comandante Silverio Urbina
1936 – 1939 Comandante Domingo Sotil
1940 – 1942 Comandante Francisco Irato
1943 – 1946 Comandante Félix Lewandowski
1947 –  Comandante Guillermo Herold
1948 – 1951 Comandante Francisco Valdivia
1952 – 1954 Comandante Gregorio Rivera Flores
1955 – 1956 Comandante Julio Flores Carrión
1957 – 1960 Comandante Micenio Cervantes Villar
1961 – 1962 Comandante Guillermo Ponce Tapia
1963 –  Comandante Efraín Herrera León
1964 – 1967 Comandante Luis Rodríguez Castillo
1968 – 1969 Comandante Saturnino Romero Janampa
1970 – 1972 Comandante Alfredo Villegas Gonzáles
1973 – 1977 Brigadier Florencio Encarnación Yauri
1978 – 1981 Brigadier Antonio Rodríguez Castillo
1982 – 1992 Brigadier Jesús Huamán Sinche
1993 – Técnico Ramiro De la Cruz Ferruzo
1994 – Técnico Alejandro Pasquel Ñaupay
1995 – 1998 Capitán Pedro Sánchez Aguilar
1999 – 2000 Tnte. Brigadier Luis E. Peña Gallo
2000-  Comandante Wilmer Pasquel Ñaupay
2014- Teniente Brigadier CBP: Tomás Vara Rivera

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13 comentarios en “La Benemérita Compañía de Bomberos de el Cerro de Pasco”

  1. Jorge Marin Bonilla

    Soy miembro de la Compañía de Bomberos Voluntarios INTERNACIONAL Nº 14
    Favor de corregir nuestra fecha de fundación que es el 17 de Noviembre de 1893 (no 1895)
    Ingresé a la Internacional según el Escalafón, el 26 de Octubre de 1953.
    Gracias por la atención a la presente.

  2. Muy interesante y espectacular foto histórica. Visité Chaupimarca hace 7 años y sufrí con el inclemente clima lo que se contraresta con sus acogedores y amables habitantes.

    Lo felicito por tan cuidada bitácora, se que es un gran esfuerzo y le haré seguimiento, porque es muy interesante.

    Le dejo una nota bomberil ocurrida en Lima, también en aquellas épocas:

    http://accidentetranvia.blogspot.com/2010/04/cosmopolita-apaga-incendio-de-tranvia.html

    1. Don José Abad: Hay numerosas historias de los bomberos voluntarios del Perú. Debemos -por eso- reconocer a los, extranjeros que instauraron las compañías de bomberos en nuestro país. Gracias.

  3. Alberto R Difilippi P

    Estimado; quisiera comunicarme con algún bombero urgentemente

    Quedo a la espera

    Gracias

    Alberto Difilippi
    B – 18

  4. rosa soldevilla carmona

    hola soy nieta de un bombero que pertecio a las filas de la compañia cosmopolita eso creo , pues les comentare que me gustaria saber algo mas acerca de mi difuto abuelo pues fallecio el 4 de octubre de 1940 y desde ese entonses nada mas hemos sabido de su familia directa quienes fueron sus padres tubo hermanos donde nacio etc pues mi padre nacio el enero de 1941 en huanuco y nadie lo busco, si alguien pudiera darme alguna pista les agradecere hasta ronto .

    1. Pedro Heernán Dávila Rios

      La felicito por su interés, las raíces familiares son muy importantes, lo que hace ud. en buscar su identidad, Yo se algo de la historia de la Compañia Cosmopolita, pero desgraciadamente no alcanzo a saber de abuelo. Le deseo mucha suerte y continúe que el que persevera acierta.
      Atentamente

      Pedro Dávila R.

  5. JULIO ALANIA

    INTERESANTE, LA HISTORIA SOY MIEMBRO DE ESTA GLORIOSA INSTITUCION. SIN EMBARGO EXISTE ALGUNOS ERRORES QUE EXISTE. PERO MAS ME HUBIERA GUSTADO COMO ESCRIBE.
    MUCHOS HOMBRES NOTABLES CERREÑOS PERTENECIERON A ESTA INSITUCION, PERO ME HUBIESES GUSTADO QUE EL SR. CESAR PEREZ ARAUCO HUVIERA PERTENECIDO MEJOR Y HUBIERA ILUSTRADO A LA REALIDAD, CON LA QUE HASTA LA ACTUALIDAD ASISTIMOS A UNA EMEGERGENCIA

  6. moises trujillo

    en esta pagina de la La Benemérita Compañía de Bomberos mencionan al Vicario Foráneo de la Iglesia de Chaupimarca, Rvdo. Anatolio Trujillo Zevallos.
    Anatolio es mi tio y quisiera saber si ustedes tienen informacion de quien eran su padre y abuelo. estoy buscando a sus descendientes. Favor de enviarme la informacion al correo moisesangel1965@hotmail.com

  7. Martha Birimisa

    Gracias por la historia, emocionante para mi ver los nombres de mis abuelos: Maria Beatriz Negrete y Nicolas Birimisa.

  8. Dr. Enrique Nolte, Capitán CBP-B14

    Mis más efusivas felicitaciones por la excelente calidad de su Blog, con sus variadas y culturales historias. Soy Bombero de la Internacional N° 14, de Breña. Pido por favor que publique fotos del Obelisco a los Bomberos (y sus placas) que se edificó en el Cementerio General de Carro de Pasco, así como la versión completa del Poema al Bombero de don Armando Casquero. Mil gracias.

    1. Julio Alania

      Estimado Cap. CBP (Ahora ya debe ser Tnte. Brig. CBP) Espero visitar su compañía y enviarle las fotografías que desea verlo, el maestro Cesar Pérez es un historiador del Cerro de Pasco.
      Soy miembro de la Centenaria Salvadora Cosmopolita Nº 17 de esta ciudad.
      Saludos

  9. Raul Melendez

    Hola a los que dan la oportunidad de expresarme y hacer preguntas,de la Cia de Bomberos de la que pertenezco,pero el veloz e ingrate tiempo pasa ineludiblemente, y no quien nos escriba y nos cuente la gran historia que encierra el Bomberismo nacional,Reconociendo heroes y personas que entregaron su vida,tengo muchas preguntas sobre el nacimiento de otras Cias. de Bomberos de la republica a travez de los Bomberosa de la COSMOPOLITA #6 se habla de la Cosmopolita de cerro de Pasco hecha y propulsada por la 11 . luego se habla de la Chiclayo,alguna persona mas versada,y de mayor conocimiento podria explicar mas clara y perfecta una exposicion de la creacion de estas companies de Bomberos Muchas Gracias.

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