Chungar, es un asiento minero encaramado a 4,616 metros sobre el nivel del mar en el distrito de Huayllay del departamento de Pasco. La cotidiana tranquilidad de aquel simpático villorrio se vio rota a las 8.15 de la mañana del 18 de marzo de 1971. El cielo completamente nublado -negro presagio de una desgracia- tuvo abominable colofón de terror. A esa hora, hombres, mujeres y niños sintieron un sordo remezón seguido de un tétrico ronquido como si una bestia apocalíptica avanzara sobre el campamento. Cuando salieron a averiguar la puerta de sus casas, fue demasiado tarde. Una espantosa ola de lodo y piedras se abalanzó sobre ellos destruyendo el campamento entero y arrastrando todo lo que encontraba a su paso. Entre aterradores gritos de espanto, impotentes seres humanos fueron arrastrados por el torrente y sepultados como insignificantes briznas de hierba. Todo duró escasos minutos. La aciaga torrentera había segado la vida de los ocupantes sepultándolos bajo quince metros de lodo y piedras. Nunca más fueron rescatados.
¿Por qué ocurrió aquello?
Minutos antes de aquella hora, de las faldas del cerro Puajanca se desprendieron enormes piedras que rodaron incontenibles arrastrando barro en espantosas cantidades. Por la fuerza de gravedad que originaba la pendiente fueron a caer sobre la laguna de Muchuhuaín con gran estrépito. Todas estas piedras y barro allí acumulados ejercieron terrible presión originando un alud inmenso e incontenible que fue a destruir el campamento de Chungar, residencia de los obreros con sus familias. Sólo una parte del campamento ubicado en la parte alta, llamado Tacora, habitado por cien familias, quedó sin ser tocado por el alud. Fue un milagro.
Las instalaciones metalúrgicas, oficinas generales, dos escuelas y la plazuela central, desaparecieron inmediatamente tragados por el lodo. En ese momento despachaba en su oficina el superintendente general, ingeniero Enrico Rossone, de nacionalidad italiana y otros ingenieros de la gerencia general. El ingeniero Foción Vicente Coronado, subgerente de la compañía, se salvó porque había viajado al Cerro de Pasco a efectuar unos trámites burocráticos. Hasta ese momento, la mina de exitosa producción que jamás había tenido accidentes graves desde que iniciara sus actividades en 1936, era propiedad del súbdito croata, Anselmo Mateo Galluff. Actualmente es de la Empresa Administradora Chungar.
En medio de aquel torbellino de desgracias hubo una serie de acontecimientos que pintan de cuerpo entero la calidad humana de la gente. El obrero Ceferino Baldeón –por ejemplo- que había estado de viaje y llegaba en ese instante al campamento, vio aterrorizado cómo lodo y piedras se tragaban el reducto obrero donde vivía con su mujer y sus hijos. Desesperado corrió para tratar de hacer algo por salvarlos. No pudo. Abatido gritaba e iba por un lado y otro buscando con impotencia un lugar por dónde socorrer a su gente, pero ya nada pudo hacer. En contados segundos todo se había cubierto de lodo y piedras. Desesperado gritaba llamando a su mujer y sus hijos y su llanto era inconteniblemente desesperado. Inconsolable.
Su desesperación le hizo romper el fino límite del raciocinio. Se volvió loco y nunca más pudo recobrar la razón. En ese paraje del tiempo se vio una cadena de solidaridad de aquellos castigados seres humanos. Hombres y mujeres que no habían sido afectados -entre ellos los mineros que estaban trabajando en los socavones- corrieron a auxiliar a los damnificados y por más que lo intentaron, sólo les quedó sacar los cadáveres del lodo y colocarlos a lo largo de la carretera en donde se desarrollaron impresionantes escenas de dolor. Aquella noche se amanecieron velando a las víctimas en medio de una lluvia persistente que no dejó de caer en ningún momento y en un frío espantoso de diez grados bajo cero.
Aquella madrugada, a las 2.30, cuando los seres más sensibles prestaban su generoso auxilio para rescatar los cadáveres y los policías se encontraban en labores de apoyo y el resto estaba velando los restos mortales, una cáfila de malditos, completamente encapuchados, sin importarles para nada el dolor reinante, asaltaron la compañía BERTOLERO y tras maniatar al contador y al vigilante, se llevaron la suma de 480 mil soles.
En las primeras horas del día siguiente, autoridades, bomberos, médicos, enfermeros, voluntarios y policía, pudieron superar el accidentado trayecto del camino carretero que para llegar a Chungar tenía que salir del Cerro de Pasco a Colquiirca, Río Pallanga y Santander. Fue conmovedor aquel viaje. Todas las compañías mineras con una prontitud asombrosa hicieron llegar su ayuda: Santander, Alpamarca, Huarón, Cerro de Pasco, Atacocha, Vinchos. Víveres, frazadas, medicinas. El prefecto del Departamento de Pasco, Justo Armando Cabello inició una cruzada para que el pueblo pudiera socorrer a los damnificados. Los cerreños agrupados por barrios, en conmovedora muestra de hermandad, hicieron llegar su generosa colaboración.
Esta vez sí, como nunca -es justo decirlo- la prensa limeña cubrió ampliamente la trágica noticia y dirigió la ayuda a los damnificados. Lo único que originó problemas es el número de muertos. Cada diario daba su versión llegando a mil muertos, otros ochocientos etc. Fue tanta la pugna que el ministro general Artola, salió a decir que no se exagerara. No había mil muertos. Su preocupación era desmentir a los periódicos. Pero la mayoría del pueblo peruano se conmovió. Hasta el papa Paulo VI hizo llegar su bendición a los habitantes de Chungar.
Olvidándose la discusión, se llegó a establecer el número legal y total de víctimas: 245 muertos (160 obreros, 31 empleados, 2 profesores, 43 amas de casa y 7 no identificados); 185, desaparecido y 410 sobrevivientes.
Conoce la historia del Cerro de Pasco en la obra de César Pérez Arauco, disponible en Amazon.
Que historias tan conmovedoras.tengo que reconocer que cerro de pasco fue durante mucho tiempo el corazon palpitante de nuestro país, tierra de gente dura. Hechas a si mismas . realmente estoy un poco enganchado a estos relatos, esperando la proxima historia. Muchas gracias
Buenas noches, mis abuelos perdieron a su hijo a quekla tragedia, lo q supieron esq estuvo en la lista de sobrevivientes q fueron trasladados a Lima, se llama DEMESIO DURAND VERASTEGUI, tenía 17 años cuando ocurrió, lo estoy buscando.S.O.S
BUENAS NOCHES, MUY INTERESADA EN SABER MAS SOBRE ESTA HISTORIA, QUISIERA SABER LOS NOMBRES DE LOS SOBREVIVIENTES Y SU USTED TIENE MAS INFORMACION AL RESPECTO. MUCHAS GRACIAS
Siempre la había escuchado, pero hasta ahora encuentro un relato mas exacto. gracias por la historia profesor. PDTA: me parece que la foto es referencial.