Extraordinaria mujer a la que el Cerro de Pasco debe mucho. Al comprobar en forma directa la inmisericorde explotación de los obreros por la compañía Cerro de Pasco Corporation, luchó para que la justicia se instaurara en nuestro pueblo. De la brillante estirpe de Clorida Matto de Turner, fue tan excepcional como Flora Tristán. Su obra que nos liga y cuya lectura recomendamos es: “La conducta de la compañia norteamericana Cerro de Pasco Corporation”.
Nacida en Hamburgo (Alemania) el 12 de marzo de 1868, llevaba en su sangre la disciplina de la raza germana. Vivió en la casa Nº 45 del barrio Loreto en el Callao, durante cincuenta años. En el primer puerto del Perú fue todo un personaje. No obstante la realización de su magnífica obra, no conoció ni el encumbramiento político, ni el reconocimiento literario; menos aún, la primavera del amor. Cuando había cumplido poco más de cuarenta años se enamoró del filósofo, ex estudiante de Harvard y reorganizador de la Biblioteca Central de San Marcos, Pedro Silvino Su – Leng, hijo de chino en peruana, menor que su apasionada admiradora y, como ella, consagrado a la defensa de los indígenas. Sin haberse casado, Dora Mayer, de motu proprio, adoptó su apellido y lo llamó su «esposo espiritual»; actitud tan personal y tan suya que sólo sirvió para agitar el cotarro y suscitar la burla y el sarcasmo. El desenlace de este drama, que muy pocos comprendieron en todo su significado y que alguna vez Manuel Beltroy, parodiando el título de una novela del argentino Eduardo Mallea, llamó la «Historia de una pasión peruana», es de todos conocido.
En una sociedad como la nuestra, Dora Mayer tuvo la valentía de comentar y contar su caso en dos libros que son auténticas joyas bibliográficas: «La Poesía de Zulen» y «Zulen y yo». Nada más feliz, sin embargo, que una Dora Mayer lacrimosa y consumida por las llamas del amor. Su pena, por honda, la supo llevar con dignidad y estoicismo.
De su cruzada por los habitantes del Ande hay mucho por decir. Fundó en 1908 la Asociación Pro- Indígena y tuvo la satisfacción de ver en ese organismo a personas de tan distintas esferas como Joaquín Capelo, Pedro S. Zulen, Emilio Seglia, Rómulo Cúneo Vidal, Abelardo Gamarra, Carlos I. Lissón, José de la Riva Agüero, Daniel Alomía Robles, Francisco Mostajo y a Teodomiro Gutiérrez Cuevas, adalid de las luchas campesinas.
Fue propagandista pugnaz, convencida de su tarea, sin tiempo para el reposo, dedicada a tiempo completo a su causa, con un ardor y un ímpetu que calaba muy hondo.
Consignamos a continuación una lista de sus obras principales:
En el escudo de guerra de Polinice se leía:» Yo soy la Justicia». Ella como personaje de la tragedia griega, también lo fue. Encarnó la esperanza de los olvidados sin más armas que su verbo encendido y su pluma que martillaba infatigablemente en la denuncia.
- La Conducta de la Compañía Minera Cerro de Pasco (1914).
- El Indígena Peruano a los cien años de la república libre e independiente.
- Los problemas relacionados al problema sexual (1926).
- Exposición de la teoría de las tres facultades mentales (1926).
- El Indígena y su Derecho (1929).
- La intangibilidad de las comunidades indígenas (1936)
- El Indígena y el Congreso Panamericano (1938).
- Pro Paz de Sudamérica (1938).
- América Libre (1941).
- Estudios Sociológicos de actualidad (1950) y por supuesto.
- La China silenciosa y elocuente (fervoroso estudio sobre la imaginación china en el país).
Fue delegada del Perú al Primer Congreso Femenino Internacional realizado en Buenos Aires, en 1910. De 1912 a 1917 asumió la Dirección de «El Deber Indígena». Producto de su actividad periodística fueron también la Revista CONCORDIA y el informativo EL TRABAJO. Los Congresos del niño, (Buenos Aires), De las Razas (Londres) y de Evangelistas (Panamá), lo tuvieron como uno de sus más capaces colaboradores.
A la muerte de su padre Anathol Adolf Mayer, ocurrida en 28 de noviembre de 1902, quedó con una pequeña fortuna que, desgraciadamente, no supo administrar. Por eso vivió pobre toda la vida y porque además son raros, en nuestra patria, los casos del escritor que logre sobrevivir de su obra.
Los Mayer parece que estuvieron destinados a gozar de una vida longeva. La autora de sus días. Matilde Lochs, al fallecer el 18 de octubre de 1914, tenía 79 años; su progenitor finó a los 77, y ella misma al fallecer el 7 de enero de 1959, en la Casa Nº 151 del Parque Inclán, contaba con 91 años de edad. Fue enterrada en el antiguo cementerio Británico de Bellavista fosa C-12, Tercer sector.
Una hermosa biografía de esta feminista casi desconocida en nuestro medio. Gracias por difundirla en su blok
El tipo de programas como Historias detrás de la muerte está generando curiosidad y provoca saber más sobre personajes casi desconocidos y tan valiosos como Dora Mayer y Pedro Zulen.
Gracias a ellos y al blog también por difundir sus historias.
Grande y recordada Dora Mayer de Zulen, que hiciste tanto por los derechos indigenas de esa epoca …
Existen personajes que dejaron huellas en nuestra Patria, prueba de ello es Dora Mayer, asi mismo hay otros que mueren en el olvido o se les rinden tributo muy tarde.
Interesante trabajo Profesor. Gracias por darnos el alimento cultural.
Me conmociono esta triste historia de amor,amor por parte de ella.