El haragán
Nadie se explicaba cómo podía sobrevivir en un pueblo de gente tan trabajadora y buena como es Ticlacayán. Aquí precisamente tenía su residencia este haragán empedernido. Hablarle de trabajo era como mentarle al demonio. Sin embargo –es justo decirlo- su holgazanería la reemplazaba con su perspicacia viva y chispeante que le permitía seguir tirando adelante. […]