Cuentan los abuelitos de Tápuc que cuando la Virgen de la Inmaculada Concepción prefirió residir en el puquial de Tauripampa, abandonando la capilla que le habían erigido en Tapucruz, los tapeños Ramos y Cóndor, establecieron un pequeño albergue a manera de tambo donde necesariamente tenían que recalar los arrieros, caminantes y viajeros en general, ya que era el paso obligado de la zona.
En cumplimiento del atávico mandato de conducta, los viajeros debían efectuar el “caipincruz” en esta apacheta ancestral, para evitar la represalia divina que se traducía en accidentes de trabajo, enfermedades mortales, furiosas tempestades o pérdida irreparable de sus pertenencias.
La breve estada de los viajeros en ese tambo permitía a los dueños del mismo atiborrarles de preguntas muchas veces atrevidas o fútiles. La pertinacia y variedad de interrogaciones, determinó a que estos hombres los llamaran los tapucunas, es decir: los preguntones; palabra que por la ley del menor esfuerzo se contrajo hasta quedar convertida en TÁPUC, nombre con el que se le conoce hasta ahora a ese pintoresco distrito del valle de Chaupihuaranga.
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