Conocí a don Cipriano Proaño Malpartida la tarde que mi abuelo me llevó para medirse un traje en la sastrería del señor Quito. Ambos estaban enfrascados en ajustes y correcciones del caso, cuando apareció a la puerta. “¡Hola, muchachos!” saludó exultante, estrechando las manos del maestro alfayate y de mi abuelo. Al advertir mi presencia: “¿Quién es este jovencito?”- preguntó. Mi abuelo muy comedido le respondió: “Es mi nieto, hijo de mi hija Esther”. “¿De la negrita?” – “La misma. Tú la conoces”. No he podido olvidar el momento en que me extendió su mano abierta con una dulce mirada de amistad: “¡Cuánto gusto, hijito!”, me dijo y sacudió amistosamente nuestras manos entrelazadas. En ese momento experimenté una extraña sensación recorriéndome el cuerpo. Cuando los viejos comenzaron a conversar sus asuntos quedé contemplándole con un respeto enorme, impactado por el magnetismo de su personalidad. Solamente otra vez, muchos años después, volví a experimentar aquella extraña sensación, cuando estreché la mano del ilustre maestro peruano, doctor Honorio Delgado. (Había llegado a la Universidad Cayetano Heredia –coetánea con la nuestra- para invitar al doctor Leopoldo Chiappo a conversar acerca de la misión del estudiante universitario-). Una sensación de grandeza emanaba de su persona. Sus acerados ojos, fijos en mí, me dejaron una inolvidable impresión comparada con la que viví al conocer a don Cipriano.
Don Cipriano Proaño Malpartida, llevaba aquella tarde, terciado sobre los hombros, un fino poncho de vicuña para protegerse del cierzo que comenzaba a enfriar el ambiente. Su cabello ya estaba blanco y sus pobladas cejas entrecanas enmarcaban sus ojos vivos, muy expresivos; su rostro enjuto, bigotes espesos y casi blancos. Su presencia emanaba un hálito de serenidad y grandeza que invadía el ambiente y encandilaba a los que estaban cerca de él.
El peso de los años no logró doblegar su magro continente. Llevaba con prestancia y gallardía su ancianidad diligente y venerable que lo convirtió en paradigma del “cerreñismo”. Su pueblo agradecido -testigo insobornable de sus duros avatares- llegó a reverenciarlo. Su nombre, respetado por todos, quedó convertido en “Don Shipico”, por el cariñoso hipocorístico que el pueblo acuñó. Así lo conoció su pueblo. Desde que fue elegido Alcalde en 1934, sucediendo a don Moisés Martínez, su mandato con expresa aprobación popular, se prolongó muchos años, hasta que fue reemplazado por el austriaco, Isidoro Borcic. Su gobierno dejó profunda huella en la ciudadanía que, a partir de entonces, lo consideró su “Alcalde Vitalicio”. No era para menos. Era el padre del pueblo. Nada podía hacerse sin su aprobación, su sabio consejo, ni su licencia. El magisterio de su vida ilustre siempre estuvo encaminado a servir a la ciudad donde había nacido.
Consciente de la necesidad de rendir homenaje a los defensores egregios de nuestra patria, recogiendo la brillante iniciativa de don Gerardo Patiño López, trabaja con entusiasmo en la erección del Monumento a la Columna Pasco que se inaugura el 28 de julio de 1929. En bronce y granito quedaba expresada el recuerdo y la gratitud a los 220 infantes de acero que partieron a defender nuestras fronteras. Ninguno volvió. Sus restos desperdigados en los arenales del sur quedaron como el sacrificio más grande por la dignidad de su patria. En la pilastra central del monumento hay una placa de bronce conmemorativa en la que se lee. “Se inauguró el 28 de julio de 1929. Apadrinado por el Presidente de la República, señor Augusto B. Leguía. Construido merced a los esfuerzos del pueblo cerreño y la cooperación del Gobierno, por el Comité Ejecutivo compuesto por el Prefecto del Departamento don Manuel Pablo Villanueva, don Benjamín Malpartida, don Cipriano Proaño, doctor Gerardo J. Lugo, don Manuel Arias Franco y don Amador Rocha”.
Cuando el Presidente “de facto”, comandante E. P. Luis Miguel Sánchez Cerro nos dio la puñalada política al trasladar la capital del departamento de Junín a la ciudad de Huancayo, el pueblo se sintió herido en lo más profundo de su orgullo. Los hombres notables del Cerro de Pasco meditaron muy conscientemente acerca de los errores cometidos hasta entonces. Decidieron enmendarlos y, todos a una, tomaron la decisión de luchar por recuperar la prestancia política de nuestra ciudad, devolviéndole su jerarquía de capital de departamento. Lo lograron en 1944. Contaron con el decidido apoyo del representante por Pasco, don Domingo Sotil en la Constituyente de 1934 y, la invalorable gestión del Diputado por Pasco, don Manuel B. Llosa gracias a quien se obtuvo la ley Nº 1030, de 27 de noviembre de 1944, creándose el Departamento de Pasco.
Otra de sus acertadas acciones, fue la de iniciar la construcción de la carretera Cerro de Pasco – Lima, por la ruta de Canta. Ya los inolvidables Pioneros: Manuel Oyarzabal, Teobaldo Salinas, Juan Manuel y Antonio Beloglio, Gamaniel Blanco, Asunción Cornejo e Isidoro Delgado; comandados por el inolvidable, Santos Cuadrado y Pérez, habían abierto la ruta inicial demostrando al Perú la factibilidad de su tendido. Tras aquella hazaña memorable del año 1925, se inicia la construcción de la carretera, el 8 de agosto de 1926, pagándose la cantidad de S/. 2,300.oo por kilómetro cuadrado. El Comité cerreño construye 37, y se inaugura el 30 de octubre de 1932, bajo la presidencia de “Don Shipico”.
En la ceremonia protocolar estuvo presente el entonces Ministro de Fomento, General Manuel E. Rodríguez. Una placa conmemorativa, decía: “Carretera Lima – Canta – Cerro de Pasco- Inaugurada el 20 de octubre de 1932, siendo Presidente Constitucional de la República don Luis M. Sánchez Cerro – Ministro de Fomento, el General Manuel E. Rodríguez – Iniciador de la carretera, don Santos Cuadrado y Pérez – Se terminó la obra en la sección Cerro –Cordillera de La Viuda, el año de 1932 por la Junta especial compuesta por don Cipriano Proaño, don Benjamín Malpartida, doctor Moisés Martínez, ingeniero Ernesto Bertl, don Gastón Espejo, doctor Fabio Mier y Proaño, ingeniero Aquiles Venegas y don Alejandro Ruiz Huidobro – Representante por Junín, don Domingo Sotil, coadyuvó eficientemente en la realización de la obra.”
“Don Shipico”, había cursado educación primaria en la Escuela Municipal de la ciudad, sin embargo, su inteligencia brillante y su constancia en el trabajo, le dio positivos frutos en los rubros de la Minería y el Comercio donde descolló con grandeza. Con el andar de los años, por propia experiencia, quedó plenamente convencido que la educación es la fuente del bienestar ciudadano. Ya en el desempeño de la Alcaldía, decide construir un local apropiado en Patarcocha, con todas las ventajas de la pedagogía moderna, para la escuelita que lo había cobijado a él, a Daniel A. Carrión y a muchísimos destacados cerreños más. Era su manera de agradecer la grandeza de los bienes recibidos en sus aulas.
En la placa que conmemora la colocación de la primera piedra, se lee: “Primera Piedra del local escolar de la Escuela de varones Nº 491. Padrino: Presidente de la República, General Oscar R. Benavides. Prefecto: Jorge Buckinnham. Madrina, señora Rosa C. De Lugo. Alcalde realizador de la obra, don Cipriano Proaño Malpartida. 20 – V – 1934.”
Después de dos años de perseverante trabajo y a un costo de 74,000.ooo soles, el 26 de abril de 1936, se inaugura solemnemente el local de la Escuela 491, que, con toda justicia, impuesta por la gratitud de su pueblo y la aprobación del Ministerio de Educación, lleva su egregio nombre: “Cipriano Proaño Malpartida”. Los padrinos de la bendición fueron, el Presidente de la República General Oscar R. Benavides y señora Isolina Clotet de Fernandini, que estuvieron representados por el Ministro de Educación Pública y Presidente del Consejo de Ministros, Coronel Ernesto Montagne y señora Julia de Bertl. Estuvieron presentes también las delegaciones de los municipios provinciales de Jauja y Tarma, delegaciones de docentes y escolares de todos los planteles de la provincia. Amenizó la fiesta la Banda Republicana del Perú, traída especialmente de Lima. Circularon medallas de plata conmemorativas, el Club de la Unión y el Concejo Provincial realizaron sendas fiestas de recepción en honor de padrinos e invitados. “El Diario” lanzó una edición extraordinaria.
Entre otras cosas, en el discurso correspondiente, “Don Shipico”, dijo: “ El 2 de febrero de 1934, yo y el distinguido núcleo de ciudadanos que fuimos honrados por el Poder Ejecutivo para formar el Concejo Provincial, asumimos el delicado cargo jurado por nuestra Patria y por nuestro honor, hacer todo lo que estuviera en nuestras manos en bien de la colectividad. Por eso nos percatamos de que una de las mayores necesidades de la población, era una casa – escuela propia para varones. El deber cívico nos llamaba a una acción inmediata. No teníamos dinero, pero teníamos fe en el propósito. Nuestra iniciativa fue prontamente conocida por el público y no se dejaron esperar las palabras de estímulo. El primer contingente lo recibimos de las señoras Rosa Coz de Lugo y Carmen Méndez de Proaño que pusieron a nuestra disposición la suma de S/. 1,173.66 que perteneció a la fenecida Asociación Caritativa del Perpetuo Socorro. Este fue el dinero base para la obra que emprendíamos. Por otra parte, el Director, cuerpo docente y alumnado de entonces, iniciaron el trabajo de traslado de piedras para las bases de la obra. Los distinguidos ingenieros Ernesto A. Bertl y Luis Cáceres Flores, han dirigido con entusiasmo cívico, voluntad patriótica y todo desinterés económico, desde el trazado de planos, construcción de los cimientos y culminación totalmente terminada”.
“Las atinadas gestiones de nuestro representante, señor Domingo Sotil, consiguió subsidios de la Junta Pro Desocupados por S/. 46,000.oo, Ministerio de Educación Pública, por S/. 5,000.ooo y Ministerio de Hacienda, por intermedio de la Oficina Matriz de la Caja de Depósitos y Consignaciones, con el aporte de S/. 5,400.oo por concepto de salarios no cobrados por los obreros mineros; el Concejo Provincial de Pasco, cooperó con S/. 2,400.oo; el señor Eulogio Fernandini, con S/. 5,000.oo; el Comité Patriótico Provincial S/. 1,061.67. También colaboraron económicamente, en materiales de construcción, los señores: Juan Ivancovich, Aquiles Venegas, Isidoro Borcich, Daniel Oliveros, Iran Proaño, Javier Calderón, Carlos Tirado, Compañía Des Mines Huarón, César A. Proaño, Inocencio Córdova, Mateo y Cristóbal Galjuf, Nicanor Huamán, Cecilio Espinoza, Cerro de Pasco Corporation, Railway Company, Peruvian Corporation, Clementina Hetzel viuda de López y hermana, Royden Philphot, superintendente de la Cerro de Pasco. Las colonias Yugoslava y española, obsequiaron las dos puertas de fierro, y el señor Simeón García Venegas, el famoso telón de boca del escenario del Salón de Actos”.
“Hasta la fecha ha ingresado por subvenciones y donativos: S/. 76,188.42; se ha gastado S/. 73,136.87. El saldo de S/. 3,051.55, será para pagar planillas del mes y, el resto, lo destinaremos a la construcción del nuestro Estadio Municipal”.
“Si grande es la satisfacción por nuestros alumnos de primaria, mucho mayor tendrá que ser para los que, terminando el Quinto Año, cuenten con la seguridad de ingresar a secundaria, bajo este mismo techo. Afirmamos por nuestra parte, que este pueblo en marcha hacia mejores destinos, cumple esforzadamente su programa de engrandecimiento local y provincial, manteniendo puros los prestigios que esta tierra ha sabido conquistar gloriosamente en noble y grandes lides”.
“En este memorable acto exteriorizo en nombre de la edilidad y pueblo cerreño, la más profunda gratitud a las personas, instituciones y entidades que han cooperado al éxito de la construcción de este local que evidencia nuestro cariño por la cultura popular y nuestro amor por el progreso de la tierra de Carrión”.
“Don Shipico” había nacido el 26 de setiembre de 1872 en el Cerro de Pasco, del matrimonio de don Ricardo Proaño con doña Blácida Malpartida. Emparentado con destacadas personalidades cerreñas como Don Elías Malpartida Franco, “Pico de Oro”, insigne político graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Bruselas y servidor de la Nación en muchos cargos de innegable responsabilidad. Varias veces Premier, Vicepresidente de la Nación, Senador, Diputado, Primer Presidente de la Asociación Nacional de Minería del Perú, Presidente de nuestra Beneficencia Pública. Deportado por oponerse a firmar el entreguista “Tratado de Ancón” que mutiló el territorio nacional….
Entregado de lleno a las actividades del comercio y la minería, logra dejar su sello de trabajo y progreso en ambas. Su éxito en la minería –por ejemplo- se inicia con la instalación de los primeros hornos de fundición, en terrenos donde actualmente se levanta la Concentradora de Paragsha. En su momento muy comentado. Inquieto como era en su juventud, es invitado por el revolucionario huanuqueño, Augusto Durand, a integrarse al Partido Liberal. En él -caudillo por naturaleza- consigue la tomas de varias ciudades peruanas. Cuando en 1895, triunfa el Partido Demócrata, movimiento de don Nicolás de Piérola, al que el Partido Liberal había apoyado significativamente, vuelve al ejercicio de sus labores en los campos del Comercio y la Minería, en su tierra natal.
Joven, muy joven, casó en primeras nupcias con la doña María Mier. De este matrimonio nació, Juan Antonio, su hijo, que asumió la responsabilidad de administrar sus minas. La señora Blácida –su madre- era hermana del ilustre médico y luchador por la difusión de le instrucción en Pasco, doctor Fabio Mier y Proaño; ambos descendientes directos del patricio don José Antonio Mier que, finalizada la época colonial, no obstante ser español, abrazó la hermosa causa de la independencia del Perú. Él era fiel servidor de su Rey en el cargo de Jefe de la Policía Real, hasta que las intrigas de los venidos de la península, tan sólo por ser españoles, le despojaron del cargo que con tanta eficacia había venido desempeñando. No sólo eso, también se adueñaron de sus minas como la culminación de una conjura asquerosa y cruel.
El viejo Mier, no pudo oponerse a la decisión de su hijo Camilo –mozo de sangre en flor- que indignado por el atropello sin nombre, se levantó en abierta y desafiante protesta. Camilo, no paró hasta formar un sólido regimiento de montoneros que lo siguió a todas partes. Eran sus peones de las minas que lucharon a su lado en los más sangrientos encuentros contra los chapetones. Siempre triunfante se convirtió en Jefe Supremo de la Guerrillas del Cerro de Pasco que, conjuntamente con Miller, Otero, Fano, Salgado, Álvarez, y otros valientes, lucharon por nuestra libertad. Arenales lo premió como a soldado benemérito a la patria.
Don Cipriano Proaño, casado en segundas nupcias con doña Carmen Méndez Mologni, tuvo a sus hijas, Alicia Proaño de Labarthe, Carmen Proaño de Olavide y, Carlos Proaño Méndez. Éste fue el encargado de la administración de los bienes paternos, en el ramo del comercio.
En tanto vivió, don Cipriano Proaño, fue además de todo lo señalado, destacado miembro del Club de la Unión y de Rotary Club; Director de la Beneficencia Pública; Presidente de la Cámara de Comercio; Presidente de la Junta Departamental Pro- Desocupados; Presidente del Club de Tiro, después de haber ganado la Medalla de Plata en un certamen nacional; Presidente Honorario de varias Instituciones sociales y Carnavalescas.
La última vez que lo vi, fue cuando, en compañía de mi compañero de equipo Fernando Livia Chávez, le dirigimos un oficio para que nos regalara con un juego de uniformes para el campeonato de fútbol de aquel año: 1945.
– Hola, Arauco, me dijo – Su semblante ya estaba desmejorado- He recibido tu oficio. Llévate estas camisetas que son de las primeras que me llegaron para los equipos de fútbol. Espero que les traiga suerte.
– Gracias “Don Shipico”. Estoy seguro que nos va a traer mucha suerte en el campeonato. Muchas gracias.
– No hay de qué. Estoy seguro de que campeonarán. ¡Vayan, vayan, chicos!… Si puedo, me doy un “saltito” por el campo para verlos jugar.
Generosamente nos entregó un paquete conteniendo las camisetas de un color morado con rayas verticales negras, mangas largas, cuello alto con pasadores, que nos quedaba como sotanas. Cuando entramos a la cancha para sostener nuestro primer encuentro, los chicos nos recibieron en medio de carcajadas y burlas. De los cuatro costados de la cancha nos gritaban: “¡Curas! … ¡Curas!… ¡Curas!. Así y todo, con esas camisetas enormes quedamos en segundo lugar, tras los “macheteadores” del sexto.
Mucho sufrió don Cipriano Proaño cuando los médicos le conminaron a dejar su tierra; escenario de una vida lustral y ejemplar. Deshecho de pena tuvo que viajar a aposentarse en su casa de Miraflores donde falleció el 11 de octubre de 1955.
Conocedor de su deceso, todos los periódicos locales publicaron notas de destacados intelectuales y hombre notables de entonces, encomiando la figura egregia que nos dejaba. Don Martín Mendoza decía consternado. “¡Cómo trabajó, “Don Shipico”, ¡¡¡cómo trabajó!!!. Si en todas las obras que hizo, puso su más grande empeño, fe en ésta, en la que volcó todo su amor. ¡Cómo amaba a los niños! Sin quererlo, al construir esta escuela, estaba construyendo su propio monumento”. Don Víctor Rodríguez Bao, dijo: “¡Cuánta falta nos va hacer su energía, su disciplina y su amor al trabajo. Era el ejemplo viviente de la traducción del amor en obras. Don Cipriano, amaba entrañablemente a su tierra. Lástima que ésta no pueda recibirla en sus entrañas; sin embargo, allá en Lima, estará recogiendo nuestro homenaje de recuerdo y gratitud!” La mañana que, convocada por el Concejo Provincial se celebraba una misa de Réquiem, de todos los lugares de nuestra ciudad llegaron hombres, mujeres y niños, a orar por el eterno descanso de su alma. Era, en todo caso, el grito de gratitud de un pueblo agradecido al patricio cerreño.
El Gobierno Peruano, con toda justicia, emitió a través del Ministerio de Educación Pública, un Oficio Circular de 29 de marzo de 1958, que dice:
En la fecha se ha expedido Of. Nº 522 – Cámara de Diputados (“C” 52 – 17) Resolución Ministerial Nº 3726, Lima, 29 de marzo de 1957. Vista la petición que formula por intermedio de su Cámara el Señor Diputado por el Departamento de Pasco, don Justo Armando Cabello, para que se dé nombre de Cipriano Proaño, a la Escuela de Segundo Grado de Varones Nº 491 de la ciudad del Cerro de Pasco.
CONSIDERANDO:
Que don Cipriano Proaño Malpartida, ha dotado a la ciudad del Cerro de Pasco, de un magnífico local escolar con destino a la Escuela de Segundo Grado de Varones Nº 491; Que este hecho demuestra las altas virtudes que le caracterizan y su profunda emoción social; Que es deber del Estado perpetuar la memoria de quienes han contribuido a favor de la niñez con obras de importancia;
SE RESUELVE:
Designar con el nombre de CIPRIANO PROAÑO MALPARTIDA a la Escuela de Segundo Grado de Varones Nº 491 de la ciudad del Cerro de Pasco, capital del Departamento de Pasco.
Regístrese y Comuníquese (Fdo. Basadre) Ministro de Educación Pública. Que transmito a usted para su conocimiento y fines consiguientes.
Dios guarde a usted.
Leopoldo Astete Maraví
Director de Educación Primaria.
Aquel histórico plantel es, sin lugar a dudas, el más grande homenaje que se le puede rendir a un hombre que tanto hizo por la niñez de su tierra y, de sus aulas, han egresado los más brillantes hombres de nuestro pueblo.
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Estimado Sr. Pérez,
Le escribo para saludarlo y agradecerle por sus siempre bellísimas reseñas históricas sobre las gentes y lugares de nuestro Cerro de Pasco, cuna de mi abuela María Paulina Ravelli Malpartida.
Quisiera permitirme consultarle con mucho respeto, donde puedo encontrar información sobre las actividades comerciales de mi bisabuelo Enrique Ravelli, hijo de Adriano Ravelli, nacido en Italia, escuché a mi padre que él tenía o trabajaba en un hotel llamado (me parece), Universo (no lo recuerdo muy bien). Sabe si existen fuentes historicas de las actividades comerciales empresariales en Cerro de Pasco?
Deseándole mucha salud y larga vida, me despido de usted respetuosamente.
Atentamente,
Gino Venturi