Ambrosio Casquero nació el 4 de abril de 1898 en el Cerro de Pasco, del matrimonio de don Florencio Casquero Castro con doña Lidia Dianderas Urbina. Fue inscrito con el nombre de Ambrosio Isidoro Casquero Dianderas, pero él por propia decisión decide firmar con una W, en lugar de su segundo nombre para rendir homenaje al escritor norteamericano que había alimentado sus sueños de niño: Washington Irving.
Las primeras letras las recibe en el «Liceo Cerreño» que regentaba el maestro Antonio Martínez. Al concluir sus estudios primarios, ya incurso en el mundo de la literatura, termina su obrita primigenia: CALENDARIO CÍVICO PATRIÓTICO DEL CERRO DE PASCO Y DEL PERÚ que, inexplicablemente, permanece inédita. Ante la imposibilidad de seguir estudios secundarios en la ciudad de Lima por los limitados recursos económicos de la familia, ayuda a su padre, arquitecto práctico y constructor de numerosos monumentos conmemorativos. Con los rudos trabajos de talla con cincel, comba y martillo, sus encallecidas manos no deja de confiar al papel la intimidad de sus poemas juveniles.
Muerto su famoso padre, ingresa a trabajar de obrero en la «compañía» norteamericana, pero por poco tiempo; más tarde se ve obligado a desempeñar varios oficios para seguir viviendo hasta que, decidido y emprendedor, enrumba a Lima a realizar estudios secundarios. Su estada en la capital es breve. Las limitaciones económicas, la añoranza de su familia – él es el mayor de sus ocho hermanos-: Adolfo, Josefina, Elena, María, Mercedes, Daniel Florencio y Esther, determinan su retomo a la tierra amada. Ha escrito ocho libros inéditos que han llenado sus momentos de descanso en sus jornadas limeñas: Teatro, prosa poética, poesía, narraciones y crónicas humorísticas.
Ha leído ávidamente a Espronceda, Becquer, Zorrilla, Campoamor, Gabriel y Galán, Núñez de Arce y las traducciones de Balzac, Víctor Hugo, Dumas, Irving, Lamartine, Flaubert, Poe, Zola, Dostoyevski, Gohete,… Sus inquietudes poéticas, no obstante, están encaminadas a descubrir el hermoso color local de sus vivencias.
Canta al amor con todas sus implicancias; a la noche con sus inextricables misterios; a la muerte que le arrebata a amigos, padres, hermana; a las ruinas que comienzan a adueñarse de calles y callejones del Cerro de Pasco. Se convierte en un meditativo contemplador de todo lo que lo rodea.
Después de deambular dubitativo por los campos del Parnasianismo, Simbolismo, Criollismo, Indigenismo y Vanguardismo, se afinca definitivamente en el Modernismo, inspirado en la recia personalidad poética de Chocano y Eguren.
Influenciado por las continuas visitas del gran poeta tarmeño, José Gálvez Barrenechea, que en memorables conferencias y recitales, revela, no sólo el valor de su talento, sino también los atractivos del Modernismo, Ambrosio busca el asentamiento de su personalidad poética. Con la colaboración de nuestro poeta laureado, Enrique Bustamante Ballivián,- residente en el Cerro de Pasco en su calidad de Prefecto del Departamento de Junín-, encuentra la definición de sus inquietudes poéticas; pero es con el tempranamente desaparecido poeta iqueño Abraham Valdelomar con quien llega a identificarse plenamente; porque Valdelomar afinca su esteticismo modernista en su tierra soleada y canta a su provincia, a la vida familiar, a los paisajes marinos de su aldea y a los hombres de aquellos parajes. Ambrosio Casquero, hace lo propio en el Cerro de Pasco. En esta etapa de su formación literaria -snob e imitativo- ensaya el uso de escarpines y monóculo de su paradigma, Valdelomar. El contenido del maravilloso mundo de su juventud, lo vuelca en innumerables cuartillas repletas de versos que señalan el afianzamiento del poeta.
Pasan los mineros
En la noche clara, pasan los mineros,
la planta desierta, florida en silencio.
Héroes del trabajo, yo los reverencio,
porque ellos no enjoyan días lisonjeros…
Con un triste silbo-lira sentimiento-
brumosos, sombríos, sus sueños exhornan.
Después de la brega, al hogar retornan,
llevando en el alma algún pensamiento…
La mina, en las grutas profundas, sombrías,
consume el guiñapo de sus negros días,
a trueque del oro que el «Leiner» explota…
Pasan los mineros… Callan su tragedia…
El poeta que siente, en la noche media,
su dolor de parias, tiene el alma rota…
Para el año de 1922, lo encontramos en la bella ciudad de Yanahuanca, ejerciendo su rol de maestro de la Escuela No 4915 y alternando sus horas magistrales en las aulas, observando la belleza serena de la provincia, de clima suave y paisaje dulce. Al igual que Luis Fabio Xammar, se extasía con la belleza sencilla de las vestales nativas, una de las cuales le robó el corazón…
En «La Villa del silencio», como cariñosamente la denomina, se dedica a escribir y meditar mucho. Numerosas son las creaciones que corresponden a esta época. Es necesario puntualizar que, no obstante la distancia, sigue colaborando en los diarios cerreños, especialmente en EL MINERO, que le dispensa admirada y reverente preferencia.
Durante los ocho años de su estadía en Yanahuanca, Ambrosio Casquero encuentra el amor que tanto había buscado. Conoce a una mujer que comparte sus sueños y esperanzas. De esta unión nacen dos hijos. El mayor, Waldo, nominado así en homenaje a su escritor preferido, Waldo Frank y, Blanca, con los que fatalmente no convivió cercanamente. Las borrascas de la incomprensión le hicieron perder no sólo a la mujer que tanto había amado, sino también a sus dos hijos, a los que ya nunca más volvería a ver.
De vuelta en su tierra natal, y ya conformando la plana de periodistas de EL MINERO, continúa con sus inquietudes que encuentran eco en los hermanos Ibarra de Huariaca y en Sebastián G. Benavides de Yanahuanca, con quienes funda un grupo literario. El vocero de este grupo lo constituye la revista BOHEMIA. Para entonces su nombre ha comenzado a sonar en todo el Departamento y en el Perú, no sólo como periodista, sino como cultivador de casi todos los géneros literarios. Su brillo reside en la poesía preferentemente.
El año de 1938 se une al notable pintor paucartambino Leoncio Lugo y ambos hacen conocer sus inquietudes artísticas vía la revista CENTRO, de gran difusión entonces. Esta publicación que recibe la colaboración de notables escritores nacionales y extranjeros, nos muestra otra faceta artística de Ambrosio Casquero: la pintura. Con motivo de la publicación de su libro «El Sendero Iluminado», el crítico literario de LA CRÓNICA, rotativo limeño, en la edición de 24 de diciembre de 1938 le brinda muchos elogios.
Su sobresaliente capacidad intelectual determina que la Inspección de Educación le encargue profesar en nuestra Escuela de Patarcocha donde se desempeña como maestro por muchos años. Simultáneamente publica en todos los periódicos principales de la ciudad y del país. En 1930 edita ARISTA y realiza viajes de difusión cultural por Goyllar, Chacayán, Tápuc y Yanahuanca. A su retomo funda el Círculo de Periodistas del Cerro de Pasco, del que conforma su primera directiva.
En 1933, escribe ADELANTE, publicación que tenía como meta alcanzar la creación del Colegio Nacional de Secundaria que el Cerro de Pasco necesitaba. En 1934 termina su libro DE ESTA TIERRA ALTAS, prologado por el escritor jaujino, Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo, en el que muestra sus valores ecuménicos en un estilo atrayente. En 1941, el Consejo Provincial de Pasco edita su poemario VOZ DEL ANDE Y OTRAS VOCES, que le hace ganar el aplauso de la crítica y el público en general.
Enamorado del nostálgico pasado de su tierra minera escribe EL LIBRO DE LOS TIEMPOS VIEJOS – tampoco publicado- constituido por una serie de tradiciones locales en las que se puede advertir claramente sus grandes dotes de prosista.
Ambrosio Casquero vivió con estremecedora intensidad. Estuvo en las dulces y etéreas regiones del amor y la creación pero también –hay que decirlo- descendió a los mundos más negros y atroces. Fue un hombre bondadoso y sensible; extremadamente sensible que pagó un caro tributo a la vida. A su pueblo que tanto quiso le fue dando, lo mejor de su juventud: sus versos; lo mejor de su esfuerzo y experiencia, como periodista, como pintor, como escritor, como compositor, como maestro, como bohemio. Su pueblo, ingrato e indiferente, sepultó sus versos conjuntamente con sus despojos. Murió el 28 de mayo de 1942. Hasta ahora, su tumba -sin inscripción alguna- es conocida por muy pocas personas que no lo han olvidado.
Me interesa conocer mas de los hermanos Ibarra, ya que mi abuelo Cesar Ibarra es de Huariaca, no se mucho de mi descendecia
Lucho Ibarra: A medida que encontremos datos pertinentes a tu familiar te lo haremos conocer. Gracias
Soy la nieta del poeta Armando Casquero y quisiera pedirle por favor si puede subir a su pagina la biografía de mi abuelo,yo podría colaborar con los datos y algunas referencias.