El 16 de febrero de 1948, una asonada popular en el Cerro de Pasco culminó con la muerte del Prefecto. El Gobierno, en connivencia con la prensa de entonces narró los hechos notoriamente agravados como culminación de un complot contra “un ejemplar servidor de la Nación”; torcido testimonio de parte destinado a desprestigiar a un pueblo que no hizo sino responder a la agresiva provocación de un altanero tirano que se creyó dueño y señor de vidas y honras; oprobioso atestado que todavía pervive como denigrante mácula en nuestra historia local.